La liturgia católica nos propondrá este año leer a Lucas (la mayoría de) los domingos. Por eso, vuelvo a proponer
una reflexión que escribí aquí mismo un par de años atrás, con algunos agregados.
Se suele decir que el Evangelio según San Lucas es el evangelio de la misericordia. Y es cierto: Cf. L. Rivas, Qué es un evangelio, Buenos Aires, 2001; pp. 81s.
Pero no se suele indicar que también es el autor que más insiste en la conversión: el verbo “metanoéo” (= convertirse) aparece 9 veces en el evangelio y 5 veces en el Libro de los Hechos (mientras que Mateo lo usa 5 veces, Marcos 2 y Juan nunca); y el sustantivo “metánoia” (= conversión) aparece 5 veces en el evangelio y 6 en Hechos (en Mateo 2 veces, en Marcos 1, en Juan nunca). Sumando todo, tenemos que Mateo habla de la conversión 7 veces, Marcos 3, Juan nunca y ¡Lucas 25 veces!
Pasando de
lo cuantitativo a lo cualitativo, tenemos que en Lucas el verbo "convertirse" aparece dos veces en boca de Jesús en la dura palabra de 13,1-5: "y si ustedes no se convierten, también todos perecerán". Y vuelve a aparecer en la no menos drástica conclusión de la parábola del rico y del pobre Lázaro (16,29-31). Ambos textos son propios de Lucas.
Por su parte, el sustantivo “conversión” aparece tres veces en boca de Jesús (no así en los otros evangelios): Lc 5,32; 15,7 y 24,47.
Este último texto tiene importancia especial pues es una
explicación general de Jesús Resucitado: “Así está escrito: el Mesías debía
sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por
Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión
para el perdón de los pecados”.
(Tomado de mi libro Don y Comunión, Temperley, 2023; p. 56, nota 176)