La consigna “ora et labora” (ora y trabaja) identifica la vida benedictina: aunque no está literalmente así en la Regla de San Benito, resume bien lo que es la vida del monje. Y, de hecho, Benito lo dice con alguna palabra más: “La ociosidad es enemiga del alma. Por eso los hermanos deben ocuparse en ciertos tiempos en el trabajo manual, y a ciertas horas en la lectura espiritual (lectio divina)” (RB 48,1). Y, recordemos que la “lectio divina” es el modo de orar típico de los monjes.
Pero, mucho antes
que a Benito y sus monjes, vemos a San Pablo practicando la consigna “ora et labora” y con toda asiduidad: “día
y noche”:
‒ “Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes, cuando
los recordamos en nuestras oraciones” (1Ts 1,2; cf. Fil 1.3s; Col 1,3).
‒ “Recuerden, hermanos, nuestro trabajo y nuestra fatiga
cuando les predicamos la Buena Noticia de Dios, mientras trabajábamos día y
noche para no serles una carga” (1Ts 2,9).
‒ “…no cesamos de dar gracias a Dios, porque cuando
recibieron la Palabra que les predicamos, ustedes la aceptaron no como palabra
humana, sino como lo que es realmente, como Palabra de Dios, que actúa en
ustedes, los que creen” (1Ts 2,13).
‒ “¿Cómo podremos dar gracias a Dios por ustedes, por todo
el gozo que nos hacen sentir en la presencia de nuestro Dios? Día y noche, le
pedimos con insistencia que podamos verlos de nuevo personalmente, para
completar lo que todavía falta a su fe” (1Ts 3,9s).
‒ “Porque ustedes ya saben cómo deben seguir nuestro
ejemplo. Cuando estábamos entre ustedes, no vivíamos como vagos, y nadie nos
regalaba el pan que comíamos. Al contrario, trabajábamos duramente, día y
noche, hasta cansarnos, con tal de no ser una carga para ninguno de ustedes”
(2Ts 3,7s).
‒ “Doy gracias a Dios, a quien sirvo con una conciencia pura
al igual que mis antepasados, recordándote constantemente, de día y de noche,
en mis oraciones”.
‒ “Nos agotamos, trabajando con nuestras manos” (1Co 4,12).
Sabemos que Pablo
trabajaba como tejedor de tiendas de campaña (cf. Hch 18,3). Y, por otra parte,
uno de los consejos de San Pablo es el versículo más corto de la Biblia, y uno
de los más comentados y practicados en la historia de la espiritualidad: “Oren
incesantemente” (1 Ts 5,17)
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