La expresión -muy en boga en nuestra época- que dice que
“Todo es relativo” es, contradictoriamente, una expresión absoluta: se presenta
como una verdad indiscutible que no admite otra idea. O sea que “Todo es
relativo” menos la frase “Todo es relativo”… con lo cual no todo es relativo y
hay algo absoluto: curiosamente este relativismo absolutista.
En realidad, un
relativista coherente debería darse cuenta en algún momento que, si “Todo es
relativo”, también es relativo lo que él piensa y dice… con lo cual también se
daría cuenta que el relativismo es una estación intermedia cuya terminal lógica
es el escepticismo: si todo es relativo, no puedo asegurar nada con firmeza y
lo mejor es el silencio. En una encuesta habría que elegir la opción: no sabe/no
contesta.
En definitiva, ese
relativismo absoluto conduce a un suicidio intelectual.
Tampoco es lógico
el extremo opuesto que habla de verdad absoluta: en todo caso, el único que
podría ostentar la posesión de una verdad total y definitiva es Dios, quien
tiene un conocimiento infinito.
Los demás tenemos
que conformarnos con algunas verdades adquiridas (2+2=4), con algunos
conocimientos más o menos sólidos pero que están abiertos a posteriores ajustes
o incluso modificaciones radicales (por ejemplo, como sucede en algunas
ciencias cuando aparece un nuevo dato inesperado), y con una peregrinación hacia una verdad
completa, que nunca se alcanza en esta vida…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario