Hoy se lee en la liturgia católica la curación de un leproso que se relata en Mc 1,40-45. Y en este relato se pueden ver tres paradojas.
Una es bastante conocida: la inversión de aquello que se contagia: en el Antiguo Testamento se contagiaba la impureza (en este caso del leproso) a quien estuviera puro. En cambio, en la Nueva Alianza se contagia la pureza y la salvación: Jesús toca al leproso y éste queda curado.
Otra paradoja es que el ex-leproso -que estaba obligado a vivir lejos de la comunidad como señala la primera lectura de Lv 13- puede volver a la comunidad. En cambio, Jesús para evitar el excesivo entusiasmo de la gente se va a vivir a lugares desérticos.
Y una tercera paradoja es la que protagoniza la gente misma: antes no salían al desierto porque ahí estaba el leproso, y ahora van al desierto a buscar a Jesús.
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