domingo, 2 de junio de 2024

Apenas pan y vino

   Cuando los seres humanos hemos querido representar la presencia divina en algo material, hemos construido edificios monumentales: desde las pirámides (egipcias o americanas) hasta el Templo de Jerusalem; desde la Basílica de San Pedro hasta el Templo Mormón de Salt Lake City… construcciones pétreas, diseñadas para impresionar y para durar por siglos.

   Cuando Dios mismo quiso dejar su presencia divina en algo material eligió apenas pan y vino: realidades sencillas, domésticas, cotidianas, familiares… y directamente creadas para dejar de existir, dando vida a quienes las consumen.
   Y en esto también se manifiesta que Dios es “don de sí mismo” para la “comunión”.

   Además, en la dupla "pan y vino" se expresa lo necesario para la vida y aquello que alegra la vida: el vino no es indispensable, pero sin vino no hay fiesta (Cf. Jn 2,1-11). Es semejante a la dupla "leche y miel" (características de la Tierra Prometida)... sólo que leche y miel es alimento de niños, mientras que pan y vino es alimento de adultos: en la Nueva Alianza, Dios nos considera sus hijos adultos, porque ahora tenemos la revelación y la alianza que nos trajo el Hijo, y tenemos al Espíritu en nuestros corazones, que clama "Abbá", es decir, "Papá" (Gál 4,4-7).
   

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