«No hay nada más
frecuente, más constante, más presente en nuestras vidas que el hambre –y, al
mismo tiempo, para la mayoría de nosotros, nada más lejos que el hambre
verdadera.»
Para entenderlo, para contarlo, Martín Caparrós viajó por la India,
Bangladesh, Níger, Kenia, Sudán, Madagascar, Argentina, Estados Unidos, España.
Allí encontró a quienes, por distintas razones, sufren hambre.
El Hambre está
hecho de sus historias, y las historias de quienes trabajan en condiciones muy
precarias para paliarla, y las de quienes especulan con los alimentos y
hambrean a tanta gente. Caparrós intenta, sobre todo, descubrir los mecanismos
que hacen que casi mil millones de personas no coman lo que necesitan.
El
Hambre es un libro incómodo y apasionado, una crónica que piensa y un ensayo
que cuenta y un panfleto que denuncia el apremio de una vergüenza sostenida y
busca formas de terminar con ella.
Dice Martín Caparrós: «Si usted se toma el
trabajo de leer este libro, si usted se entusiasma y lo lee en –digamos– ocho
horas, en ese lapso se habrán muerto de hambre unas ocho mil personas: son
muchas ocho mil personas. Si usted no se toma ese trabajo esas personas se
habrán muerto igual, pero usted tendrá la suerte de no haberse enterado.»
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