I. Afirmaciones
científicas fundamentales.
1. Los animales engendramos vida de acuerdo a nuestra especie: las ardillas
engendran ardillas, los delfines engendran delfines y los seres humanos
engendramos seres humanos. Por tanto, cuando los seres humanos engendramos vida, engendramos vida humana.
2. Cuando los dos gametos se unen en el seno de una
mujer, se genera una nueva vida humana
con su propio código genético, distinto a los códigos genéticos del padre y
de la madre que le dieron origen.
3.
Donde hay código genético distinto, hay una vida humana distinta.
4. Por lo tanto, la vida humana que se
desarrolla en el seno de una madre NO
es un órgano de su propio cuerpo, sino otra vida humana distinta: la de su hijo.
5. Según
las leyes de la naturaleza, la vida del hijo se desarrolla en el seno de su madre, mediante un proceso natural que es autónomo, continuo y
progresivo.
6. El
aborto destruye esa vida humana.
7. Destruir
una vida humana es matar.
II. Notas de profundización.
Nota
1: ¿Tiene alguien derecho a trazar una línea, entre unas vidas humanas que
pueden ser sacrificadas y otras vidas humanas que deben ser resguardadas?
¿Tiene el Estado derecho a trazar esa línea? Ya hemos visto trágicos sucesos
históricos, cuando algún Estado pretendió tener el derecho a trazar esa línea
–discriminando entre unas vidas humanas y otras– sea por la religión, la raza,
la ideología, etc.
Nota 2: expresiones como “interrumpir el embarazo” no son
precisas, pues equiparan el desarrollo de
una vida humana a un proceso orgánico, como podría ser –por ejemplo– la digestión. Que se “interrumpa la digestión” es un trastorno orgánico; “interrumpir un embarazo” es destruir una vida humana.
una vida humana a un proceso orgánico, como podría ser –por ejemplo– la digestión. Que se “interrumpa la digestión” es un trastorno orgánico; “interrumpir un embarazo” es destruir una vida humana.
Además, el concepto mismo de interrupción
es impreciso, pues muchas veces lo que se interrumpe se puede restablecer o
continuar: se interrumpe el suministro de electricidad y luego se restablece;
se interrumpe un trabajo que se está haciendo, y luego se lo retoma. En cambio,
cuando se “interrumpe un embarazo” se destruye una vida humana.
Y –si se discrimina entre unas vidas
humanas que sí tienen derecho a vivir, y otras vidas humanas que no lo tienen–
se vuelve a transitar un camino cruel y demasiado conocido: muchos seres
humanos han muerto por manos de otros que consideraban que no tenían derecho a
vivir a causa de su raza, religión, ideas políticas, etc.
Nota 3: la vida del hijo se desarrolla en el seno de la
madre, pero esa vida no es un órgano del cuerpo de la madre: es una vida
distinta. El lugar donde esta vida
está –en el seno de su madre– no afecta
su esencia: es una vida humana distinta.
Y, si empezamos a discriminar vidas humanas por el lugar en donde se encuentran,
podemos terminar en situaciones terribles: según el lugar en donde se
encuentren esas vidas, se juzgará que pueden ser destruidas o no (países
pobres; provincias pobres...).
Nota 4: De la misma manera, el tamaño de una vida humana no
afecta a su esencia: es una vida humana. Cuando se considera lícito destruir una vida humana según su grado de
desarrollo o según su tamaño, también se comienza un camino muy peligroso:
se considerará que es lícito destruir vidas humanas que no se encuentren dentro
de los parámetros establecidos... ¿por quién? ¿por el Estado? ¿por la moda? ¿por
el nazismo? ¿por la eugenesia?
Si queremos poner lo dicho en las notas 3
y 4 en términos de la filosofía clásica, podemos decir que el lugar y la
cantidad son meros accidentes, que no modifican la esencia de la sustancia.
Es terriblemente triste que estemos hablando de este tema cuando la ciencia esta tan avanzada y pudo establecer cuándo empieza la vida: desde el momento mismo de la concepción.
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