Este libro del genial C. S. Lewis
es un catecismo al revés: un diablo experto enseña a su
sobrino el modo de tentar a los humanos.
El libro consta de 31 cartas de una supuesta correspondencia diabólica,
y no tienen título sino sólo número de orden, pero –al leerlas‒ uno descubre
que cada carta trata algún tema: la familia, el trabajo, la fe, la oración…
En el momento de su publicación fue un best-seller increíble: tuvo 11
ediciones en dos años; o sea: se volvía a imprimir… ¡cada dos meses!
Como opinión personal: es uno de los mejores libros que he leído, tanto
por la originalidad de la idea y de las perspectivas, como –sobre todo‒ por la
profundidad del contenido, que manifiestan a una persona que conoce los caminos
(y los recodos) de la mística.
Como botón de muestra vaya este fragmento de la Carta IV sobre las
tentaciones en la oración, en que el tío aconseja a su inexperto sobrino (texto en que "el
Enemigo", naturalmente, es Dios):
“Si esto falla, debes recurrir a una forma
más sutil de desviar sus intenciones. Mientras estén pendientes del Enemigo,
estamos vencidos, pero hay formas de evitar que se ocupen de Él. La más
sencilla consiste en desviar su mirada de Él hacia ellos mismos. Haz que se dediquen
a contemplar sus propias méritos y que traten de suscitar en ellas, por obra de
su propia voluntad, sentimientos o sensaciones. Cuando se propongan solicitar
caridad del Enemigo, haz que, en vez de eso, empiecen a tratar de suscitar
sentimientos caritativos hacia ellos mismos, y que no se den cuenta de que es
eso lo que están haciendo. Si se proponen pedir valor, déjales que, en
realidad, traten de sentirse valerosos. Cuando pretenden rezar para pedir
perdón, déjales que traten de sentirse perdonados. Enséñales a medir el valor
de cada oración por su eficacia para provocar el sentimiento deseado, y no dejes
que lleguen a sospechar hasta qué punto esa clase de éxitos o fracasos depende
de que estén sanos o enfermos, frescos o cansados, en ese momento”.
Uno de mis 3 libros de cabecera.Me lo regaló un amigo y (junto con las edades de la vida / La aceptación de si mismo, de Romano Guardini) me cambió la vida.
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