La exposición del
misterio trinitario está en primera persona: “No somos tres dioses; no estamos hablando de
un dios con tres actitudes, como un hombre que es esposo, padre y trabajador.
Yo soy un solo Dios y soy tres personas, y cada una de las tres es plena y
enteramente única”. Y es una exposición que no anula el misterio, pues como
dice el mismo Dios: “que no puedas entender la maravilla de mi naturaleza en
realidad es bueno. ¿Quién querría adorar a un Dios que puede ser plenamente
comprendido, eh? No hay mucho misterio en eso”.
Y ante la pregunta de Mack respecto de qué
diferencia hace que Dios sea Uno y Trino, la respuesta es contundente: “¡eso hace
toda la diferencia del mundo!”. Porque “si yo fuera simplemente un solo
Dios y una sola persona, entonces tú te verías en esta creación sin algo maravilloso, sin algo esencial incluso: Amor y relación. Todo el amor y relación es posible para ti sólo porque ya existe dentro de mí, dentro de Dios mismo. El amor no es limitación; el amor es vuelo. Yo soy amor” (p. 110).
Dios y una sola persona, entonces tú te verías en esta creación sin algo maravilloso, sin algo esencial incluso: Amor y relación. Todo el amor y relación es posible para ti sólo porque ya existe dentro de mí, dentro de Dios mismo. El amor no es limitación; el amor es vuelo. Yo soy amor” (p. 110).
La narración también quiere mostrar que el “don
de sí” a los otros es la actitud de cada Persona Divina:
‒ “…no fue qué decían lo que atrajo a Mack, sino cómo se relacionaban entre sí. Nunca había visto a tres personas
conversar con tanta sencillez y belleza. Cada uno parecía más atento a los
demás que a sí mismo” (p. 131).
‒ “Estar en la presencia de la expresión de
tanto amor… Algo simple, cálido, íntimo, genuino; algo sagrado. Lo sacro
siempre había sido un concepto estéril y frío para Mack, pero esto no era así”
(p. 116s).
‒ “Los tres hablaban y reían como viejos amigos
que se conocieran íntimamente… y (Mack) se preguntó qué sería necesario para
compartir algo así…” (p. 214).
La respuesta a esta pregunta atraviesa todo
el libro: “Amor y relación” (p. 110); “La vida implica un poco de tiempo y
mucho de relación (p. 101); “Este fin de semana es de relación y amor” (p.
111).
E, incluso, se avanza audazmente en la presentación
cuando Mack plantea quién es realmente la autoridad entre ellos diciendo: “Bueno,
sé que ustedes son uno y todos y que hay tres… ¿Uno de ustedes no es más jefe
que los otros dos?”. Ante esto “los tres se miraron como si jamás se les
hubiera ocurrido esa pregunta” (p. 131).
Esto
coincide con lo que dice San Gregorio de Nacianzo: “una sola Divinidad y
Poder, que existe Una en los Tres, y contiene los Tres de una manera distinta.
Divinidad sin distinción de substancia o de naturaleza, sin grado superior que
eleve o grado inferior que abaje...Es la infinita connaturalidad de tres
infinitos” (citado por el Catecismo de la
Iglesia Católica 256). Y también hay una bella, profunda y revolucionaria
afirmación de Romano Guardini que se expresa en el mismo sentido, a saber, que la Trinidad nos enseña que ser comunidad
significa estar dispuesto a darlo todo: “Enseña que todo, absolutamente todo, puede
ser común y que en los niveles más altos
tiene que ser común”.[1]
Esto abre perspectivas que
serán exploradas y explotadas al máximo en el libro: la Trinidad como modelo de
comunión excluye la superioridad de uno sobre otro, y la imposición de uno
sobre otro. En realidad es exactamente todo lo contrario: es el don de sí mismo
de cada uno a los otros, que fructifica en una comunión de vida, luz y amor…
Pero dejamos la profundización de esto para la próxima entrega.
[1]
R. Guardini, “La significación del
dogma del Dios Uno y Trino para la vida moral de la comunidad”, en R. Guardini, Escritos Políticos, Madrid, Palabra, 2011, 330 (el subrayado es
nuestro). Este texto se puede encontrar en Google Books.
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