La novela “El
nombre de la rosa” de Umberto Eco parece tener un contrapunto implícito con
Jorge Luis Borges, justamente en el tema de la rosa.
Que la obra tiene
indicaciones que la vinculan con Borges es bastante claro: ya el prólogo dice que encontró el libro que reavivó sus investigaciones sobre Adso de Melk “en
1970, en Buenos Aires, curioseando en una pequeña librería de viejo de la calle
Corrientes, cerca del más famoso Patio del Tango”… justamente esas librerías
que tanto gustaban a Borges y de las cuales habla más de una vez en sus textos.
El bibliotecario
ciego Jorge de Burgos es muy claramente cercano a Borges, hasta en el nombre
disimulado.
Los cuentos de
Borges “La biblioteca de Babel” y ‒quizás‒ “La muerte y la brújula” laten en la
novela de Eco.
Por eso nos parece
lícita la siguiente relación: el poema “La rosa” que está en el primer libro de
Borges ‒“Fervor de Buenos Aires”‒ dice
así:
La rosa,
la inmarcesible rosa que no canto,
la que es peso y fragancia,
la del negro jardín en la alta noche,
la de cualquier jardín y cualquier tarde,
la rosa que resurge de la tenue
ceniza por el arte de la alquimia,
la rosa de los persas y de Ariosto,
la que siempre está sola,
la que siempre es la rosa de las rosas,
la joven flor platónica,
la ardiente y ciega rosa que no canto,
la rosa inalcanzable.
la inmarcesible rosa que no canto,
la que es peso y fragancia,
la del negro jardín en la alta noche,
la de cualquier jardín y cualquier tarde,
la rosa que resurge de la tenue
ceniza por el arte de la alquimia,
la rosa de los persas y de Ariosto,
la que siempre está sola,
la que siempre es la rosa de las rosas,
la joven flor platónica,
la ardiente y ciega rosa que no canto,
la rosa inalcanzable.
Aquí hay una rosa perfecta… pero que no está
en la realidad de los patios y jardines: “siempre es la rosa de las rosas,
/la joven flor platónica… / la rosa inalcanzable” y que es la única “inmarcesible”.
Eco concluye su libro con una frase en latín
que tiene la misma idea, pero ‒según su propia filosofía‒ el escritor italiano
pasa del platonismo al nominalismo: “stat
rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus”; que podría traducirse (de un
modo algo libre): “la rosa que permanece siempre lozana es la que está en el
nombre: sólo tenemos nombres desnudos (o
palabras desnudas)”.
Ambos escritores apuntan a lo precario de la
belleza y de la vida en este mundo ‒representada en la rosa‒ pero desde filosofías distintas.
Vaya esta pequeña reflexión como un homenaje
a Jorge Luis Borges en su cumpleaños 120, quien me ha regalado y me sigue
regalando lo que también Eco dice bellamente
al final de su prólogo (citando al autor cristiano Tomás de Kempis): “In omnibus requien quaesivi, et nusquam
inveni nisi in angulo cum libro”… mi suerte ha sido un poco mejor que la indican
Tomás y Umberto, pero lo que ellos dicen también ha sido para mí una fuente de
grandes alegrías y ‒después de la Biblia‒ particularmente con Borges.
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