“Hay estrecha
conexión entre oración, Padre (abba) y Espíritu Santo.
Lo nuevo que enseña Jesús sobre la oración está relacionado con su
proclamación del reino de Dios. Es Padre de todos los hombres, lo es para todo
el que ora.
Pero esto
nuevo está relacionado también con el carácter del tiempo de salvación; éste es
un tiempo que lleva la impronta del Espíritu Santo.
El portador
de la salvación está ungido con el Espíritu Santo, su potente obra es causada
por el Espíritu; su don, que contiene todos los demás dones, es el Espíritu
Santo.
La oración
está sostenida por el Espíritu Santo, y como oración así influida por el
Espíritu, está marcada por la confianza en el Padre.
«El Espíritu
viene en ayuda de nuestra debilidad. Porque no sabemos cómo pedir para orar
como es debido; sin embargo, el Espíritu mismo intercede con gemidos intraducibles
en palabras» (Rom 8,26).”
Alois
Stoger, El Evangelio según San Lucas,
Tomo I, Barcelona, 1979; p. 325.
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