0. Recordemos temas que vimos cuando estudiamos Trinidad: cuando preguntamos por una persona preguntamos ¿quién? Cuando preguntamos por la naturaleza de algo preguntamos ¿qué (es eso)? Y a la pregunta por la persona respondemos “Él, ella (o el nombre)” y la pregunta por la naturaleza respondemos con “lo” que es eso. Por ejemplo: todos nosotros somos lo mismo (seres humanos, por pertenecer a la misma especie humana) pero somos distintas personas.[1]
Persona |
¿Quién? |
Él,
Ella |
naturaleza |
¿qué? |
lo |
1. El Hijo de Dios es la Segunda Persona divina de
la Trinidad… y en la Trinidad las Tres Personas son coeternas.
2. Esa Segunda Persona, el Hijo de Dios –sin perder
su divinidad– hace 2000 años asumió nuestra humanidad. Entonces, la Persona de
Jesús es divina.
3. En Jesús la naturaleza divina eterna y la
naturaleza humana creada se unen “sin confusión y sin división”, o sea, que
están “en comunión” (que es unidad en la diversidad).
4. Vemos esto en Jesús porque el realiza dos tipos
de actividades, algunas típicamente divinas y otras típicamente humanas: “Jesús
tanto te perdona los pecados como se come un pescado”.[2]
5. Dado que lo humano es limitado por definición (lo
humano infinito no existe) entonces, al asumir una existencia humana el Hijo de
Dios se autolimitó voluntariamente…[3]
6. Por tanto “entre el pesebre y la Cruz” el Hijo
vive una existencia humana semejante a la nuestra: “en todo como nosotros,
excepto en el pecado” (Hb 4,15).
7. Todo esto lo hace por amor a nosotros: para estar
más cerca de nosotros, para mostrarnos un modelo de vida humana al “modo de
hijo de Dios”, para reconciliarnos con Dios, compartirnos su filiación divina y
así devolvernos la comunión con Dios,,, y darnos una posibilidad real de
comunión humana.[4]
8. Es impresionante pensar que el Hijo hizo con
nosotros algo parecido a lo que Dios Padre hizo con Él en la eternidad: así
como el Padre le comunica al Hijo la única divinidad y lo “hace ser Dios”; el
Hijo de Dios (que era el único que tenía esa condición de Hijo) viene al mundo
para compartir con nosotros su filiación: don de sí mismo y comunión es el
estilo de existir divino.
9. Porque Jesús es Persona divina, el efecto
salvífico de sus acciones, de su pasión y de su resurrección abarca todo
espacio y todo tiempo, incluso a los que vivieron antes de Cristo.
10. Jesús es verdadero hombre (y con una humanidad
completa: cuerpo y alma) porque “lo que no fue asumido no fue salvado”.
11. Jesús es verdadero Dios, porque de lo contrario
no podría “divinizar” al hombre, es decir, hacerlo hijo de Dios (ver CCE 460).
[1] Entre el
misterio de Cristo y el de la Trinidad se da una especia de paradoja: en Jesús
tenemos una Persona divina que subsiste en dos naturalezas (divina y humana).
En la Trinidad tenemos tres Personas divinas realmente distintas entre sí, que
son una única naturaleza divina.
[2] Y, como dice una de las
definiciones de “naturaleza”: “la naturaleza es principio del obrar”. Si Jesús
realiza dos tipos de obras tan distintas es que tiene las dos naturalezas.
[3] Recordar mi “parábola de la
mochila”.
[4] Ver mi apunte: “la misión del
Hijo se puede resumir en cuatro o cinco aspectos”.
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