sábado, 17 de mayo de 2025

Hume y el leñador

   El filósofo escocés David Hume (1711-1786) “afirmaba” que “no percibimos causalidad sino sucesión”; esto es verdad respecto de “la percepción sensible” pues ella  “no revela relaciones inteligibles”, pero “tratándose de la consciencia el asunto es diferente”.[1]

   Esto se puede evidenciar con un simple ejemplo. Supongamos que vamos caminando por un sendero en un bosque y, de pronto, sentimos un fuerte golpe: “¡Bum!” y luego sentimos el ronroneo de un motor: “Brrrr”. Enseguida sentimos otro fuerte golpe: “¡Bum!” y de nuevo un ronroneo de motor: “Brrrr”. Y luego otro fuerte golpe: “¡Bum!”…

   Llegados a un recodo del camino, comenzamos a ver a un leñador cortando árboles con su motosierra, y allí entendemos qué está pasando. Y, si repasamos la secuencia sensible que nosotros percibimos con nuestro oído: primero “¡Bum!” y luego “Brrrr”, podemos completarla y corregirla con nuestra inteligencia estableciendo que antes del primer golpe que escuchamos tuvo que haber un ronroneo de motor que no escuchamos (porque aún estábamos lejos del lugar), pues el árbol cae a causa de que se lo corta con la motosierra.

   Para ampliar el tema, podemos proponer un esquema panorámico de la interioridad humana. 

   Un esquema nunca agota la realidad, pero puede ayudar a entenderla. En el siguiente esquema intento mostrar los distintos niveles de conocimiento y de tendencia que tenemos los seres humanos:

 

Faculta de conocimiento

Faculta de tendencia

Nivel espiritual

inteligencia

voluntad

Nivel psíquico

Sentidos internos: imaginación, estimativa, etc.[2]

sentimientos

Nivel sensitivo

sentidos externos: vista, oído, etc.

instinto

   El nivel espiritual es propiamente humano. Los niveles sensitivo y psíquico lo compartimos con los animales, sobre todo los animales superiores: también el perro sueña (imaginación) se pelea con el otro perro (sentimiento de ira); la perra cuida de sus cachorros y los defiende (sentimientos de amor y coraje), etc.



[1] Bernard Lonergan, Método en Teología, Salamanca, 20064; p. 23 (original inglés de 1972).

[2] Hoy el tema de los sentidos internos casi no es conocido; por eso se habla de la “inteligencia de los animales” cuando en realidad se trata sólo de la estimativa… que también nosotros tenemos y usamos cuando manejamos un vehículo, tocamos un instrumento musical, escribimos en el teclado de la computadora o cocinamos: si a una cocinera que acaba de probar el estofado y notó que le faltaba sal, le preguntás cuántos gramos de sal le agregó, no sabe; pero "sabe" (de un modo pre-conceptual) que ya está bien, incluso aunque no lo pruebe de nuevo: a “ojímetro” lo calculó. Eso es la estimativa: una combinación de instinto y experiencia, que nos capacita para determinadas habilidades concretas.

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