miércoles, 14 de mayo de 2025

Sartre y las mandarinas

 

   El filósofo Jean Paul Sartre fue uno de los que negó la existencia de algo llamado naturaleza (como un elemento inherente a los seres mismos y que forma parte de su identidad). Esto lo podía decir desde su cátedra en la universidad.

   Pero cuando Sartre iba a la verdulería y compraba mandarinas, no pelaba cada mandarina allí mismo, angustiado por descubrir qué habría debajo de la cáscara: si arena, carne picada, miga de pan o vaya uno a saber qué: él presuponía que –debajo de la cáscara de mandarina– había simplemente gajos de mandarina con jugo de mandarina.

   Quien obra así está presuponiendo la existencia de una naturaleza que hace que cada cosa sea lo que es… [1]

   Por eso la sabiduría popular dice que "no hay que pedirle peras al olmo."..



[1] Esto dicho del “Sartre clásico”, digamos, de 1946 cuando publica “El existencialismo es un humanismo”. Pocos saben que “el último Sartre” terminó hablando de la resurrección de la carne y de “cielos nuevos y tierra nueva” (que si nos fijamos bien son aspectos “materialistas” de la fe bíblica, ya desde el Antiguo Testamento). Con lo cual se podría decir que Sartre pasó de un materialismo ateo a una fe materialista… Véase el libro “La esperanza ahora”, de 1980, publicado a principios de ese año en que el fallecerá; publicación resistida por su entorno, incluida la propia Simone de Beauvoir.

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