sábado, 17 de mayo de 2025

La Pasión según San Juan, editada para leer el Viernes Santo

   En el siguiente enlace encontrarán editada la Pasión tal como se lee el Viernes Santo (con tres lectores). La traducción castellana sigue básicamente el Libro del Pueblo de Dios, con algunas correcciones.

  Una primera corrección es la  que propone el P. Luis Rivas: leer "jardín" en lugar de "huerto" (al principio y al final del texto... que es lo que dice el texto griego: “képos”), pues Juan prepara el escenario del "jardín" para que el Domingo de Resurrección se encuentren en el Jardín de la Nueva Creación el Hombre Nuevo -Jesús Resucitado- y la Mujer Salvada -Magdalena-.[1]

   Otra consiste en traducir literalmente la respuesta de Pedro, cuando niega ser discípulo de Jesús: “No soy”. Creo que la intención de Juan es contrastar el triple “Yo soy” de Jesús (Jn 18,5-8), que es fiel al Padre, con el triple “No soy” de Pedro (Jn 18,17.25-27), quien pierde su identidad al romper su fidelidad a Jesús.

   Y otra modificación es poner en color verde lo que tiene leer el lector S: la experiencia enseña que suele haber confusiones entre los lectores, y cambiar el color de uno de ellos facilita que eso no suceda.

PASIÓN SEGÚN SAN JUAN - EDITADA PARA LEER EL VIERNES SANTO



[1] Recordemos que, a diferencia de los otros evangelistas que citan mucho a los Profetas (segunda parte del AT) Juan trabaja mucho con el Pentateuco –particularmente con el Génesis– cuando muestra a Jesús amasando barro (Jn 9,6) o soplando sobre los discípulos (Jn 20,22) como hizo Dios en la creación.

Hume y el leñador

   El filósofo escocés David Hume (1711-1786) “afirmaba” que “no percibimos causalidad sino sucesión”; esto es verdad respecto de “la percepción sensible” pues ella  “no revela relaciones inteligibles”, pero “tratándose de la consciencia el asunto es diferente”.[1]

   Esto se puede evidenciar con un simple ejemplo. Supongamos que vamos caminando por un sendero en un bosque y, de pronto, sentimos un fuerte golpe: “¡Bum!” y luego sentimos el ronroneo de un motor: “Brrrr”. Enseguida sentimos otro fuerte golpe: “¡Bum!” y de nuevo un ronroneo de motor: “Brrrr”. Y luego otro fuerte golpe: “¡Bum!”…

   Llegados a un recodo del camino, comenzamos a ver a un leñador cortando árboles con su motosierra, y allí entendemos qué está pasando. Y, si repasamos la secuencia sensible que nosotros percibimos con nuestro oído: primero “¡Bum!” y luego “Brrrr”, podemos completarla y corregirla con nuestra inteligencia estableciendo que antes del primer golpe que escuchamos tuvo que haber un ronroneo de motor que no escuchamos (porque aún estábamos lejos del lugar), pues el árbol cae a causa de que se lo corta con la motosierra.

   Para ampliar el tema, podemos proponer un esquema panorámico de la interioridad humana. 

   Un esquema nunca agota la realidad, pero puede ayudar a entenderla. En el siguiente esquema intento mostrar los distintos niveles de conocimiento y de tendencia que tenemos los seres humanos:

 

Faculta de conocimiento

Faculta de tendencia

Nivel espiritual

inteligencia

voluntad

Nivel psíquico

Sentidos internos: imaginación, estimativa, etc.[2]

sentimientos

Nivel sensitivo

sentidos externos: vista, oído, etc.

instinto

   El nivel espiritual es propiamente humano. Los niveles sensitivo y psíquico lo compartimos con los animales, sobre todo los animales superiores: también el perro sueña (imaginación) se pelea con el otro perro (sentimiento de ira); la perra cuida de sus cachorros y los defiende (sentimientos de amor y coraje), etc.



[1] Bernard Lonergan, Método en Teología, Salamanca, 20064; p. 23 (original inglés de 1972).

[2] Hoy el tema de los sentidos internos casi no es conocido; por eso se habla de la “inteligencia de los animales” cuando en realidad se trata sólo de la estimativa… que también nosotros tenemos y usamos cuando manejamos un vehículo, tocamos un instrumento musical, escribimos en el teclado de la computadora o cocinamos: si a una cocinera que acaba de probar el estofado y notó que le faltaba sal, le preguntás cuántos gramos de sal le agregó, no sabe; pero "sabe" (de un modo pre-conceptual) que ya está bien, incluso aunque no lo pruebe de nuevo: a “ojímetro” lo calculó. Eso es la estimativa: una combinación de instinto y experiencia, que nos capacita para determinadas habilidades concretas.

miércoles, 14 de mayo de 2025

Sartre y las mandarinas

 

   El filósofo Jean Paul Sartre fue uno de los que negó la existencia de algo llamado naturaleza (como un elemento inherente a los seres mismos y que forma parte de su identidad). Esto lo podía decir desde su cátedra en la universidad.

   Pero cuando Sartre iba a la verdulería y compraba mandarinas, no pelaba cada mandarina allí mismo, angustiado por descubrir qué habría debajo de la cáscara: si arena, carne picada, miga de pan o vaya uno a saber qué: él presuponía que –debajo de la cáscara de mandarina– había simplemente gajos de mandarina con jugo de mandarina.

   Quien obra así está presuponiendo la existencia de una naturaleza que hace que cada cosa sea lo que es… [1]

   Por eso la sabiduría popular dice que "no hay que pedirle peras al olmo."..



[1] Esto dicho del “Sartre clásico”, digamos, de 1946 cuando publica “El existencialismo es un humanismo”. Pocos saben que “el último Sartre” terminó hablando de la resurrección de la carne y de “cielos nuevos y tierra nueva” (que si nos fijamos bien son aspectos “materialistas” de la fe bíblica, ya desde el Antiguo Testamento). Con lo cual se podría decir que Sartre pasó de un materialismo ateo a una fe materialista… Véase el libro “La esperanza ahora”, de 1980, publicado a principios de ese año en que el fallecerá; publicación resistida por su entorno, incluida la propia Simone de Beauvoir.

lunes, 5 de mayo de 2025

Cómo conviene rezar, según San Juan de la Cruz

    En este momento de la vida de la Iglesia en que incrementamos nuestra oración, quizás conviene recordar un sabio consejo que dan varios santos, entre ellos de San Juan de la Cruz:

   "Y en las demás ceremonias acerca del rezar y otras devociones, no quieran arrimar la voluntad a otras ceremonias y modos de oraciones de las que nos enseñó Cristo (Mt 6,9-13; Lc 11,12); que claro está que, cuando sus discípulos le rogaron que los enseñase a orar, les diría todo lo que hace al caso para que nos oyese el Padre Eterno, como el que tan bien conocía su condición y sólo les enseñó aquellas siete peticiones del Padrenuestro, en que se incluyen todas nuestras necesidades espirituales y temporales, y no les dijo otras muchas maneras de palabras y ceremonias, antes, en otra parte, les dijo que cuando oraban no quisiesen hablar mucho, porque bien sabía nuestro Padre celestial lo que nos convenía (Mt 6,7-8). Sólo encargó, con muchos encarecimientos, que perseverásemos en oración, es a saber, en la del Padrenuestro, diciendo en otra parte que conviene siempre orar y nunca faltar (Lc 18,1). Mas no enseñó variedades de peticiones, sino que éstas se repitiesen muchas veces y con fervor y con cuidado; porque, como digo, en éstas se encierra todo lo que es voluntad de Dios y todo lo que nos conviene." (Subida del Monte Carmelo 3, 44,4).

domingo, 27 de abril de 2025

¿Por qué Francisco quiso ser sepultado en Santa María? Una opinión.

   Una respuesta obvia y verdadera es por su devoción a la Madre de Dios, que es una constante de la religiosidad argentina y latinoamericana.

   Pero creo que también quiso seguir estando en el corazón de la ciudad, en medio de la gente. Santa María Maggiore está en Termini: allí está la enorme estación de ferrocarril de Roma y la correlativa cantidad de colectivos que tienen sus paradas o cabeceras allí. También allí, en Termini se cruzan las dos líneas de subte de Roma (es donde se puede hacer la combinación entre ambas líneas). Creo que lo más parecido en Buenos Aires podría ser Plaza Once… pero Termini es más intenso.

   Francisco quiso estar, también al final de su vida, donde está la gente.

   A la basílica de San Pedro hay que ir: no queda de paso, en medio de la ciudad. Y la gente va a San Pedro. En cambio, Santa María puede quedar de paso cuando alguien va al trabajo, a visitar a un amigo o hacer compras.

   Francisco quiso ir hacia la gente, como siempre lo hizo; y no que la gente deba ir hacia él.

   Y, de paso, se quedó a dos cuadras de la embajada argentina… frente a la cual está el busto de Manuel Belgrano. Francisco –el Papa Bergoglio– ahora, también prócer argentino de ascendencia italiana.




domingo, 20 de abril de 2025

Nosotros también ya estamos resucitando…

 

   Estamos celebrando la Resurrección de Jesús: la liturgia conecta místicamente nuestro presente con los sucesos pascuales vividos por los primeros discípulos y, de este modo, también nosotros participamos hoy de la Vida, Luz y Amor que irradian de Jesús Resucitado.

   Pero también es verdad que Jesús resucitó hace casi 2000 años: los mejores cálculos ubican el domingo 9 de abril del año 30 el momento en que las mujeres descubren el sepulcro vacío y comienzan las apariciones de Jesús Resucitado. Así que ­–a pesar de que cada año recordamos también la Pasión– en realidad, desde el 9 de abril del año 30 no existe otro Jesús, que Jesús Resucitado.

   Por otra parte, sabemos que cuando fuimos bautizados fuimos incorporados a Cristo como miembros suyos… y (recordando lo que destacamos recién): entonces, en nuestro bautismo, fuimos incorporados a Jesús Resucitado.

   Y, si la Resurrección es realmente esa fuerza de Vida, Luz y Amor que decimos, ese día algo tiene que haber sucedido en nosotros: ¿qué sucedió? Pues mucho: se limpió todo pecado, pena y culpa que hubiera en nuestra alma; se nos infundió la condición de hijos de Dios, con la gracia divina, el carácter sacramental y las virtudes teologales… y la Trinidad entera vino a habitar en nuestro corazón.

   Dicho de otro modo: el día de nuestro bautismo la Resurrección de Jesús desembarcó realmente en nuestro corazón… y comenzó a resucitarnos “de adentro para afuera”: primero el núcleo de nuestro corazón (como dijimos recién). Y luego, sobre todo si no ponemos demasiados obstáculos al trabajo de Dios que quiere salvarnos, la Resurrección va tomando otras áreas de nuestra personalidad: con la fe creciente transforma nuestra mente para que entendamos las cosas como las entiende Dios; con la esperanza transforma nuestra afectividad para que deseemos y sintamos según Dios; con la caridad transforma nuestro ser entero para que nuestros pensamientos, palabras y obras sean los de hijos de Dios.

   Finalmente, será resucitado nuestro pobre cuerpo mortal, como último paso de salvación de ese proceso que ya está en marcha en nosotros desde el día de nuestro bautismo…

jueves, 13 de marzo de 2025

La visión cristiana de la realidad es paradojal

   Así como hay materias teórico-prácticas, de modo parecido, se puede decir que la visión cristiana de la realidad es una visión optimista-“pesimista”-optimista.[1] De este modo, se articula un equilibrio paradojal rico y complejo.

   Hay un optimismo radical que se fundamenta en los dos primeros capítulos de la Biblia que nos muestran que Dios creo todo “bueno, muy bueno”. Este optimismo se funda entonces en la fe y se refiere al ser mismo de las cosas (nivel metafísico).

   Y hay un optimismo final que se fundamenta en los dos últimos capítulos de la Biblia, que nos muestran la Jerusalén celestial en la que ya no hay ningún mal. Este optimismo entonces, se funda en la esperanza y se refiere al tiempo (nivel histórico).[2]

   En medio –desde el primer pecado del hombre– se hace presente el dolor en la historia y también hiere el ser mismo de las cosas y del hombre, por eso la creación gime y nosotros mismos gemimos (Rm 8,20-23). Aquí aparece la dimensión moral y su dilema, y se requiere el amor de caridad (nivel existencial).

   Y, justamente, la fe en que el ser de las creaturas es bueno y la esperanza en que todo termina bien nos ayudan a comprometernos en el amor de caridad, a pesar de las dificultades (esquema teologal).

   Y por eso podemos decir que la concepción bíblica del tiempo tiene un dinamismo pascual, que comienza con lo gozoso (Gn 1-2) y pasando por lo doloroso (Gn 3ss) llega a lo glorioso (Ap 21-22); dinamismo que se anticipó realmente y se manifestó claramente en el misterio pascual de Jesús.

 

Perspectiva

Optimista

“pesimista”

Optimista

Fundamento bíblico

Gn 1-2

Gn 3ss

Ap 21-22 y, antes, la Resurrección de Jesús

Dinamismo pascual

Gozoso

Doloroso

Glorioso

Niveles

Ser: es bueno

Moral, y su dilema

Tiempo: termina bien

Dimensión

Ontológica

Existencial

Histórica

Virtud teologal

Fe

Caridad

Esperanza

    Este esquema optimista-“pesimista”-optimista lo usa el Catecismo de la Iglesia Católica en sus números 28-30 y 36-38 (por ejemplo),

 

“…la paradoja no es una contradicción (“círculo cuadrado”) sino la contemplación de dos verdades sobre Dios que –considerada cada una en sí misma‒ vemos que corresponden a Dios; pero que –cuando queremos sintetizarlas en una contemplación única‒ nuestro pobre espíritu limitado se ve completamente desbordado por Dios

   O, dicho de otro modo: la paradoja nace de la convicción de que todas las perfecciones deben existir en Dios, aunque nuestra pobre mente no pueda compatibilizar su coexistencia. Por ejemplo: que Dios sea infinitamente perfecto (lo cual incluye el atributo clásicamente denominado “inmutabilidad divina”) y que también sea infinitamente amoroso y compasivo nos parece correcto; pero poder conciliar “inmutabilidad perfecta y compasión infinita” queda más allá de nuestra contemplación terrena.”

(Jorge Fazzari, Don y Comunión. Una síntesis cristocéntrico-trinitaria de teología y espiritualidad, Temperley, 2023; p. 30.

 



[1] Pongo “pesimista” entre comillas pues no es propiamente tal; pero sí es un hacerse cargo de la presencia del mal en el mundo y de su gravedad.

[2] Y estos dos niveles se relacionan con la sabiduría y la profecía: la primera busca conocer el ser de las cosas y la conexión entre ellas y con Dios, mientras que la segunda busca interpretar los tiempos.