viernes, 28 de diciembre de 2018

El Nacimiento del Mesías, por Raymond Brown


   En el siguiente enlace se puede leer y bajar una de las obras magnas del gran biblista estadounidense.
   Y este tiempo de Navidad puede ser propicio para su lectura. Es un libro accesible, que el autor pensó para que sea leído también por personas que no son especialistas en la ciencia bíblica o en teología. Como botón de muestra se puede leer hasta la página 33 y allí se podrá ver su estilo y los frutos de su lectura.



miércoles, 26 de diciembre de 2018

Y el Lógos se hizo carne y habitó entre nosotros...


   Una lectura central de la liturgia navideña es Jn 1,1ss, que se suele llamar el Himno a la Palabra de Dios. Pero, en realidad, el vocablo “Palabra” no es el mejor para traducir el texto griego de Juan que dice “Lógos”. Una de las razones principales es que la “palabra” tiene algún elemento material: si es palabra escrita tiene imagen, si es palabra hablada tiene sonido. En cambio, el “lógos” es completamente espiritual (también en el texto de Juan) hasta que en el v. 14 dice: “y el Lógos devino carne y acampó entre nosotros”.
   “Lógos” significa idea, pensamiento, discurso, conocimiento, ciencia... y, también, sabiduría, (entre otras acepciones). Y dado que este himno joánico se inscribe en la tradición de los himnos a la Sabiduría divina que comienza en el Antiguo Testamento (de hecho la palabra “acampó” del v. 14 se relaciona con Eclesiástico 24,8) quizás la mejor palabra en castellano para traducir el “lógos” de Jn 1 sería “sabiduría”: “En el principio existía la Sabiduría, y la Sabiduría estaba hacia Dios y la Sabiduría era la divinidad”.
   Personalmente, y dada la riqueza de la palabra griega, prefiero trasladarla sin traducirla: “En el principio existía el Logos, y el Logos estaba hacia Dios, y el Logos era la divinidad”.
   Por otra parte, este Lógos divino no permanece solamente en el interior de la divinidad, sino que se vuelca en la creación del mundo: “Todo se hizo por medio de Él (el Lógos) y sin Él no se hizo nada... estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por Él…” (Jn 1,3.10). Hay, entonces, una impronta lógica en las realidades creadas por Dios. Y aquí podemos hacer una ampliación trinitaria, buscando contemplar la acción de las Tres Personas en la creación: cada ser está dotado de “ser, diseño y dinamismo” o también de “firmeza, verdad y bondad propias” (GS 36,2) lo cual nos puede remitir al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Pensemos por ejemplo en un átomo: existe, tiene un diseño y tiene dinamismo… y todo eso conforma la realidad única del átomo. Y también cada uno de nosotros tiene su existencia, su diseño de origen (tanto físico como espiritual) y su vida y dinamismo…

Dos derivaciones teológicas del texto:

1. Dios es lógico. Dado que el Lógos está en Dios y es la divinidad, Dios no es álogo. La lógica divina, obviamente, superará infinitamente a la lógica humana (y sobre todo a alguna de ellas, como la “lógica del mercado”). Pero Dios no es absurdo, ni absolutamente incomprensible para el hombre. Con lo cual no hay lugar para una “fe ciega”, sino que lo que corresponde es una fe lúcida, por la cual el conocimiento humano va entrando en sintonía con la Sabiduría divina…

2. Las realidades del mundo tienen su naturaleza propia. El concepto de "lógos" que usa Juan para designar a la Persona del Hijo en su existencia eterna, lo usa el pensamiento clásico para designar el diseño que encuentra en las realidades del mundo. El nexo entre una dimensión y la otra lo hace el propia texto joánico en los versículos 3 y 10 que citamos: el Lógos divino pone su impronta lógica ‒de diseño, de forma, de figura‒ en las realidades que son creadas. A la luz de este texto joánico parece muy difícil poder renunciar al concepto de naturaleza, como hacen algunas filosofías contemporáneas que sostienen que todo es construcción cultural…

lunes, 17 de diciembre de 2018

Economía libre o Economía planificada


   La "economía del mercado libre" que la escuela de Chicago de Milton Friedman & Cía. ha logrado imponer en las últimas décadas como si fuera la única posibilidad ‒o la mejor‒ en realidad, era vista como una excentricidad hasta mediados del siglo XX, y sigue siendo una contradicción con el concepto mismo de economía.
   La misma palabra “economía” está compuesta por dos vocablos griegos: “oikos” que es “casa” y “nómos” que es “ley”, “norma” o “regulación”: la economía es el modo inteligente, prudente, planificado como el padre de familia organiza la actividad laboral para el bien de la familia.
   Con lo cual la idea misma de planificación y regulación está en el concepto mismo de economía. Una “economía libre” en el sentido de ausente de regulación y planificación es un oxímoron.
   Que la libertad es un bien humano y que debe ser resguardada y promovida también en el ámbito económico significa impulsar la creatividad, ingenio, compromiso, imaginación, etc. de las personas en ese ámbito económico. Pero muchas veces se utiliza como excusa para que grandes conglomerados económicos arrasen con la vida de la gente, sin ser detenidos ni controlados por nadie.
   También significa que las personas estén sujetas a todo tipo de incertidumbres respecto de su futuro, pues "los mercados" o "las variables económicas" pueden modificarse sin límites, sumiéndolas eventualmente en la desocupación y/o en la pobreza.
   O sea que se utiliza un bien tan noble como la libertad para imponer la injusticia sin que nadie proteste (o se le reconozca el derecho a protestar) pues esas son "las reglas de juego"... de un juego sin reglas.
   
   

Injusticia Sociedad Anónima


    El año pasado ‒con un dólar a $ 17‒ comprar un bien valuado en dólares o realizar un viaje al exterior costaba menos de la mitad de lo que cuesta hoy. O sea: hoy hay que trabajar más del doble de lo que se necesitaba trabajar hasta el año pasado para lograr lo mismo. La pregunta es ¿por qué?
   ¿Acaso la gente trabaja la mitad del tiempo que trabajaba el año pasado? No. 
   ¿Acaso disminuyó su productividad a la mitad? No.
   Si nuestro trabajo es de la misma calidad y cantidad que el año pasado, pero nuestras posibilidades se redujeron a menos de la mitad en algunos rubros, alguien nos ha robado.
   Los economistas podrán esforzarse en dar explicaciones de todo tipo, pero el hecho no cambia: debemos trabajar el doble para lograr lo mismo.

viernes, 7 de diciembre de 2018

Estados Unidos se achinó y el peligro del cambio climático se incrementa [1]



   Una de las decisiones de Donald Trump fue la salida unilateral de los Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el cambio climático, que implica un límite para los estados firmantes respecto del volumen de contaminación que pueden producir.
   Con esto, en lugar de intentar que China se incorpore a ese Acuerdo y reduzca sus emisiones, Estados Unidos comenzó a hacer lo mismo que China: contaminar sin control.
   ¿Cuál es el resultado? En 2017 y 2018 se invirtió el dinamismo decreciente que tenían las emisiones de CO2 que volverán a tener niveles récord este año.[2]
   Por supuesto, las economías de China y USA están en crecimiento… en un mundo que cada vez está más cerca de una catástrofe climática y social globales, como alertaba Francisco en su encíclica Laudato Si, y como las oficinas federales le advierten a Trump, ante cuyos informes que suman más de 1500 páginas, toda su respuesta fue: “No me la creo”.[3]
   Economías nacionales en crecimiento en un mundo que se desequilibra es algo tan promisorio como estar ganando una fortuna al poker... en el Titanic.
   Si los líderes mundiales no hacen caso del gran problema que causará grandes daños al planeta y a todos quienes vivimos en él, va siendo hora de que empecemos a elegir líderes que se hagan cargo del problema y de su solución.
   Si la humanidad va a tener una oportunidad de sobrevivir -y de mantener su carácter humano- no será con el modelo egoísta de competencia que campea ahora, si no con un modelo de colaboración solidaria y responsable.
   Una posibilidad concreta de un modelo de colaboración puede leerse en este mismo blog en la entrada "Economía fraterna" y las dos que la continúan:  ECONOMÍA FRATERNA



[1] Para este “achinamiento” de USA puede verse el artículo de BBC News: Trump y su salida del Acuerdo de París
[2] Véase el informe que presenta el diario El País: Incremento de CO2
[3] Véase el siguiente link: "No me la creo" Desde este link también se puede acceder a un resumen de los informes estadounidenses que mencionamos.

martes, 20 de noviembre de 2018

Una paradoja que hace repensar nuestra praxis litúrgica actual

   Llama la atención, en comparación con la fuerte centralidad que le damos a la misa los católicos de hoy, lo que dice la segunda lectura de este domingo pasado[1]:

            “Hermanos: En la antigua alianza los sacerdotes ofrecían en el templo, diariamente y de pie, los mismos sacrificios, que no podían perdonar los pecados. Cristo, en cambio, ofreció un solo sacrificio por los pecados y se sentó para siempre a la derecha de Dios; no le queda sino aguardar a que sus enemigos sean puestos bajo sus pies. Así, con una sola ofrenda, hizo perfectos para siempre a los que ha santificado. Porque una vez que los pecados han sido perdonados, ya no hacen falta más ofrendas por ellos” (Hebreos 10, 11-14. 18).


   Particularmente, llama la atención la última frase. Esto me llevo a hacer una pequeño repaso de la Carta a los Hebreos que –como sabemos‒ es el texto más sacerdotal del Nuevo Testamento o, mejor dicho, el único.
   La conclusión fue sorprendente comparada con nuestra praxis actual: jamás el texto menciona la Eucaristía. Ni siquiera al principio del capítulo 6, en que repasa los elementos básicos de le fe cristiana:

                   “Por eso, dejando la enseñanza elemental acerca de Cristo, elevémonos a lo perfecto, sin reiterar los temas fundamentales del arrepentimiento de las obras muertas y de la fe en Dios; de la instrucción sobre los bautismos y de la imposición de las manos; de la resurrección de los muertos y del juicio eterno” (Hb 6, 1-2).

   Incluso, en algún momento menciona el matrimonio, pero nunca la eucaristía (Hb 13,4).
   Aún llama más la atención cuando el autor tuvo amplias posibilidades de mencionarla, según el juego de contrastes que hace con la liturgia de la Antigua Alianza: cuando menciona los “panes de la proposición” (Hb 9,2) podría haber aprovechado  para mostrar que hay un pan superior en la Nueva Alianza, como efectivamente hace con los otros elementos del conjunto: el Templo y la sangre (Hb 9, 1-14).
   Más aún, dada la insistencia en “la sangre” que aparece 10 veces en ese mismo capítulo 9 (y 9 veces más desde allí hasta el final de la Carta) se podría haber mencionado la sangre de la eucaristía… pero nunca se hace: siempre que es “la sangre” de Jesús, es la sangre derramada en el Calvario.
  Porque respecto de Jesús en particular, el Sumo Sacerdocio que se le adjudica en la Carta es por su entrega en el Calvario, como indica su texto central:

                   “Pero cuando apareció Cristo como sumo sacerdote de los bienes futuros, a través de una Tienda mayor y más perfecta, no fabricada por mano de hombre, es decir, no de este mundo, penetró en el santuario una vez para siempre, no con sangre de machos cabríos ni de novillos, sino con su propia sangre, consiguiendo una liberación definitiva” (Hb 9, 11s).

   O sea que el Sumo Sacerdocio de Cristo se vincula con la trascendencia, como dice el texto explícitamente: “pues si estuviera en la tierra, ni siquiera sería sacerdote” (Hb 8, 4)!

   Y, en el único caso en que se menciona un “altar” cristiano (Hb 13,10), no se habla de la eucaristía, como indican especialistas de la Biblia de Jerusalén y del Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo.[2]
   Visto lo cual tenemos la paradoja que en aquellos escritos del Nuevo Testamento en que se menciona la eucaristía, nunca se llama “sacerdotes” a los ministros de la Nueva Alianza;[3] y en el único escrito sacerdotal del Nuevo Testamento, nunca se menciona la eucaristía… 

*                 *                 *

   Naturalmente, esto no quita que “la fracción del pan” como rito semanal celebrado en el día de la Resurrección del Señor no haya sido un elemento constitutivo del cristianismo desde el principio (cf. Hch 2,42, etc.), conmemorando la Última Cena de Jesús como él mismo lo pidió (Mt 26, 26ss).
   Pero la combinación de estos elementos (y otros que ya hemos expuesto en su momento)[4] con los que acabamos de ver en la reflexión precedente, nos muestra un equilibrio muy distinto al que tenemos hoy…






[1] Domingo 33 “durante el año”, del Ciclo B.
[2] Los primeros en la nota al pie a Hb 13,10 (en BJ2); los segundos cuando comentan este mismo versículo: “El «altar» probablemente significa el sacrificio de Cristo, en el cual participan los creyentes. No hay ninguna razón convincente para tomar esto como una referencia a la eucaristía… el autor no habla de la eucaristía ni en este, ni en otro lugar…” y remiten a Kuss, Auslegung, 1326-28… (NCBSJ 60:69; p. 523), con lo cual vemos que exégetas franceses, estadounidenses y alemanes coinciden en este asunto.
[3] Raymond Brown, Las iglesias que los apóstoles nos dejaron, Bilbao, 1986, p. 80, nota 114.
[4] Véase en este mismo blog: “Un cambio muy grande y muy poco estudiado”.
  

jueves, 1 de noviembre de 2018

La santidad es el amor

   A lo largo de la historia del Cristianismo hubo (y hay) distintos modos de entender qué es la santidad.
   Jesús pone lo principal de la vivencia cristiana en el amor (agápe) a Dios sobre todas las cosas y en el amor al prójimo como a sí mismo.
   Y la palabra agápe que nos propone el Nuevo Testamento tiene una riqueza que se ha perdido por diversas razones. Tanto es así que cuando hoy alguien escucha la traducción al castellano de esa riquísima palabra del cristianismo -la traducción es "caridad"- entiende "asistencia material a una persona necesitada".
   Pero la caridad es muchísimo más que eso. Es cierto que el efecto final posible es la "asistencia amorosa a un hermano necesitado", pero ya esta expresión que acabo de usar es mucho más rica que la que anoté antes... y  aquella es la que mucho tienen en mente.
   Por eso les comparto un power point que muestra que la agápe/caridad tiene cinco aspectos y que ella comienza en el seno mismo de la Trinidad divina... y tambien nos muestra que la santidad primero es un don de Dios que nos llama y bendice y luego una tarea de los creyentes...

LA SANTIDAD ES LA CARIDAD