Las dos
claves teológico-espirituales que propongo en mi síntesis también sirven para
contemplar los “misterios sagrados” que son los sacramentos, en especial la Eucaristía.
Pues en los dos sacramentos principales –que
se complementan como el “sacramento-base” y el “sacramento-cumbre”– también
encontramos las dos claves mencionadas.
Pues el Bautismo es don de sí por la
“inmersión “en Cristo»” y por la “muerte a la vida vieja”; y es el sacramento
de la unidad de todos los cristianos (cf. CCE 838 y 1271).
Y la Eucaristía –que en sí misma es un don
inefable– a su vez es memorial del don
de Jesús en el sacrificio del
Calvario. Al mismo tiempo, la Eucaristía es presencia
real de Jesús entre nosotros, que posibilita la comunión con Él (y “con Él, por Él y en Él” con la Trinidad entera)
y entre nosotros.