viernes, 25 de marzo de 2016

El Misterio Pascual: Don de sí mismo y Comunión



   Uno de los frutos más ricos que me dejó el haber compuesto la tesis de doctorado, es haber visto una síntesis de la fe y de la vida cristianas que se resume en dos claves: Don de sí mismo y Comunión.
   En primer lugar, estas claves se me revelaron en el misterio de la Trinidad... pero hoy propongo cómo se puede contemplar esta doble clave en el misterio de la Pascua.
   El Jueves Santo tanto el lavatorio de los pies como la Cena del Señor se pueden leer en esta doble clave. Al lavar los pies de sus discípulos, Jesús se sigue haciendo “don de sí mismo” a los demás, “tomando la condición de servidor” (Flp 2,7). Y lo que Él quiere es que su gesto fomente la comunión entre sus discípulos: “Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Y si yo, siendo el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros” (Jn 13,13s). Y en la Eucaristía, el Hijo se sigue haciendo “don de sí” haciéndose Pan y Vino, para alimentar y alegrar a su Pueblo... y la comunión es el momento culminante de la celebración, cuando nos hacemos uno con Jesús al comulgar. 
   Y también el Viernes Santo y el Domingo de Pascua se pueden leer en esta doble clave. En la Cruz, el Hijo se da totalmente “amándonos hasta el extremo” (Jn 13,1): entregó sus vestiduras (Jn 19,23); entregó a su Madre (Jn 19,25-27); entregó el Espíritu (Jn 19,30)... y, ya muerto, sigue dando: “uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua” (Jn 19,34), que simbolizan el nacimiento de la Iglesia en sus dos sacramentos principales: bautismo y eucaristía. Y por esto se dice que “«del costado de Cristo dormido en la cruz nació el sacramento admirable de toda la Iglesia». Del mismo modo que Eva fue formada del costado de Adán adormecido, así la Iglesia nació del corazón traspasado de Cristo muerto en la Cruz.” (CCE 766).
   Y en la Pascua, cuando el Hijo Resucitado dice por tres veces: “La Paz  (Shalom) esté con ustedes” y sopla el Espíritu sobre la Iglesia (cf. Jn 20,19-26), indica que está restablecida la comunión universal: “El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente. Y todo esto procede de Dios, que nos reconcilió con él por intermedio de Cristo...” (2ª Cor 5,17s).
   ¡Feliz Pascua!

miércoles, 9 de marzo de 2016

Exégesis y Dogmática; Lectio y Contemplatio.

   Hay un parentesto entre momentos de la teología y momentos de la lectio divina.
   La exégesis se concentra en una parcela del texto, analizándola con detalle; mientras que la dogmática busca una mirada sintética del conjunto de la Palabra de Dios.
   De modo semejante, en el modo de oración llamado lectio divina, el momento de la lectio considera un texto en particular, revisándolo con cuidado ("con ojos de esposa" al decir de una abadesa), mientras que la contemplatio manifiesta el conjunto, los horizontes... y el más allá del horizonte...