domingo, 10 de marzo de 2019

8 palabras y actitudes de María que reencontramos en Jesús pues ...¡es su hijo!


            No siempre tenemos en cuenta que, cuando el Hijo de Dios se hizo hombre,  “puesto que en la unión misteriosa de la Encarnación “la naturaleza humana ha sido asumida, no absorbida"... El Hijo de Dios... trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado” (GS 22, 2 citado por el CCE 470).
E, incluso, como nos dice el Papa Juan Pablo II al final de la Catechesi Tradendae: “Por una vocación singular, ella (María) vio a su Hijo Jesús "crecer en sabiduría, edad y gracia". En su regazo y luego escuchándola, a lo largo de la vida oculta en Nazareth, este Hijo, que era el Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad, ha sido formado por ella en el conocimiento humano de las Escrituras y de la historia del designio de Dios sobre su Pueblo, en la adoración al Padre.” (CT 73)
Por eso no debería extrañarnos que palabras y actitudes que encontramos en María, las encontremos luego en Jesús, pues ... ¡es su Hijo!
Les comparto entonces el siguiente cuadro que muestra los paralelismos entre palabras y actitudes de María y de Jesús. Y pidámosle que ella nos ayude a ser dignos hermanos de tal Primogénito (cf. Rm 8,29).




María
Jesús

1
“Hágase en mí según tu Palabra...”(Lc 1, 38)             
“Hágase tu voluntad y no la mía...” (Mt 26, 39)
“Hágase tu voluntad en la tierra, como en el cielo...” (Mt 6, 10)
2
“Mi alma canta la grandeza del Señor...” (Lc 1, 47ss)
“Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra...” (Mt 11, 25ss)
3
“Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.” (Lc 1, 52).
“...ocultaste estas cosas a los sabios, y las revelaste a los pequeños...” (Mt 11, 25)
4
“...la humildad de su servidora...” (Lc 1, 48)             
“Aprendan de mí que soy manso y humilde...” (Mt 11, 29)
“Yo estoy en medio de Uds. como el que sirve...” (Lc 22, 27).
5
María va a ayudar a Isabel (Lc 1, 39ss)                  
Jesús, que pasó haciendo el bien. (Hch 10, 38).
Lava los pies de sus discípulos (Jn 13, 1ss).
6
Se invierten la situaciones
(Magnificat, Lc 1, 47ss)
Se invierten las situaciones
(Bienaventuranzas y Lamentaciones, Lc 6, 20-26 )
7
María, la Purísima, va a purificarse,
aunque no lo necesita (Lc 2, 22)
Jesús, el Hijo de Dios, va a bautizarse,
aunque no lo necesita (Mt 3, 13ss)
8
María escucha y aprende de parte del ángel Gabriel “que no hay nada imposible para Dios” (Lc 1, 37)
Jesús enseña: “Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios” (Lc 18, 27)



sábado, 9 de marzo de 2019

La Trinidad y la Doctrina Social de la Iglesia: 9 artículos publicados en Eclesia en 2018


1. Las consecuencias sociales del misterio de la Trinidad.

   En distintos artículos anteriores hemos mostrado la dimensión ética del misterio de la Trinidad. Podríamos decir que la Trinidad nos invita a un “estilo de vida trinitario”, que consiste en el don de sí mismo a los demás que –cuando es mutuo‒ genera la comunión. Y en esta doble clave ‒“don de sí mismo” y “comunión”‒ podemos sintetizar la teología trinitaria… y casi toda la teología.
   Este año, nuestra propuesta es abordar un aspecto particular de la moral cristiana: la doctrina social de la Iglesia, que es la “moral social” que complementa naturalmente a la “moral personal”, dado que toda persona es naturalmente un sujeto relacional.


1. Nexos entre el Misterio de la Trinidad y la Doctrina Social de la Iglesia.

   En primer lugar, estos dos “temas” tienen algo en común: son una carencia histórica en la predicación, en la catequesis y en la vivencia cristiana. Y no es casual que ambos contenidos estén ausentes, pues están vinculados: si no afirmamos a un Dios Trinidad cuando hacemos la exposición de los contenidos de la fe, no tendremos sustento firme para hablar de la dimensión social de la persona, cuando expongamos los contenidos de la moral cristiana. Pues el mejor cimiento para la Doctrina Social de la Iglesia es mostrar que Dios mismo es “una realidad social”.
    Pero hay otro elemento común –ahora positivo– entre la exposición del misterio de la Trinidad Divina, y la Doctrina Social de la Iglesia: en épocas recientes, es creciente la atención dedicada a ambas temáticas, alcanzando a generar un interés cada vez más masivo dentro de la Iglesia (aunque con impacto desigual). Este creciente interés –más o menos simultáneo– por ambos temas, nos confirma su secreta vinculación.
   Y, como un “botón de muestra” indiquemos lo siguiente: en el Magisterio Universal de la Iglesia, surgen –con muy pocos años de diferencia– primero el Catecismo de la Iglesia Católica (1992-1997) cuyo “hilo conductor” es el misterio de la Trinidad;[1] y luego el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia (2005), llamado por muchos “el Catecismo social”... y que comienza con una rica exposición trinitaria, que más abajo recorreremos.
           

2. La Trinidad como modelo de comunión en el CCE.

   Primero recordemos un aspecto en el que siempre es necesario insistir: la Trinidad es comunión de Tres Personas Divinas infinitamente distintas que ‒al mismo tiempo‒ son la misma divinidad.[2]
   Cuando consideramos el misterio de Dios, a lo máximo que llegamos en esta vida es a una mirada en la cual contemplamos dos aspectos complementarios, pero que nunca podemos terminar de sintetizar en una unidad final. Y esto es lógico, porque –como decía San Agustín– “Si lo