lunes, 27 de julio de 2020

Orden Sagrado y Matrimonio: ¿una discriminación naturalizada?

Cuando exponemos la teología de los sacramentos decimos que hay dos "sacramentos de misión", que ‒cada uno a su modo‒ “construyen comunidad eclesial”: el Orden Sagrado y el Matrimonio. Uno construye la comunidad de los fieles a distintos niveles (parroquia, diócesis, etc.) y el otro construye la “Iglesia doméstica” que es la familia… de donde surgen todas las vocaciones eclesiales (también los Papas han surgido de una familia).

Creo que como Iglesia no le damos a la preparación al Matrimonio la misma importancia que la preparación al sacramento paralelo, que es el sacramento del Orden que reciben los presbíteros. Para llegar a ser cura, un seminarista tiene ‒como mínimo‒ 7 u 8 años de preparación full-time. ¿Cuánto tiempo y esfuerzo dedicamos como Iglesia para ayudar a los jóvenes y a las parejas de novios para que hagan su mejor elección? Esta omisión, ¿no nos hace corresponsables como Iglesia del fracaso de muchos matrimonios cristianos?

Así como hace siglos que existe la institución del Seminario ¿no debería existir una institución semejante y complementaria ‒con la misma consistencia y funcionando todos los días‒ para la formación al  Matrimonio?

Quizás esta diferencia que vemos en la actualidad sea otra forma de clericalismo…

sábado, 18 de julio de 2020

La Teoría General de Sistemas, de Ludwig von Bertalanffy


Copio a continuación un artículo del psicólogo Alex Figueroba, en que resume las ideas de Bertalanffy. Lo considero interesante como una instancia de diálogo entre fe y ciencia, pues aquí aparece una reminiscencia trinitaria en lo que es el interjuego dinámico de los elementos que forman un sistema. Es parecido a lo que encontramos en física con realidades como resonancias, sincronicidad o sinergía; y también el entrelazamiento cuántico. Y es parecida a las simbiosis que encontramos en biología. 
A partir de ahora será el artículo de Figueroba:



Se conoce como “teoría de sistemas” a un conjunto de aportaciones interdisciplinarias que tienen el objetivo de estudiar las características que definen a los sistemas, es decir, entidades formadas por componentes interrelacionados e interdependientes.
Una de las primeras contribuciones a este campo fue la teoría general de sistemas de Ludwig von Bertalanffy. Este modelo ha tenido una gran influencia en la perspectiva científica y sigue siendo una referencia fundamental en el análisis de sistemas, como pueden ser las familias y otros grupos humanos.
I. La teoría de sistemas de Bertalanffy
El biólogo alemán Karl Ludwig von Bertalanffy (1901-1972) propuso en 1928 su teoría general de sistemas como una herramienta amplia que podría ser compartida por muchas ciencias distintas.
Esta teoría contribuyó a la aparición de nuevo paradigma científico basado en la interrelación entre los elementos que forman los sistemas. Previamente se consideraba que los sistemas en su conjunto eran iguales a la suma de sus partes, y que podían ser estudiados a partir del análisis individual de sus componentes; Bertalanffy puso en duda tales creencias.
Desde que fue creada, la teoría general de sistemas ha sido aplicada a la biología, a la psicología, a las matemáticas, a las ciencias computacionales, a la economía, a la sociología, a la política y a otras ciencias exactas y sociales, especialmente en el marco del análisis de las interacciones.

II. Definiendo los sistemas

Para este autor el concepto de “sistema” se puede definir como un conjunto de elementos que interactúan entre ellos. Estos no necesariamente son humanos, ni siquiera animales, sino que también pueden ser ordenadores, neuronas o células, entre muchas otras posibilidades.
Los sistemas se definen por sus características estructurales, como la relación entre los componentes, y funcionales; por ejemplo, en los sistemas humanos los elementos del sistema persiguen un fin común. El aspecto clave de diferenciación entre los sistemas es si estos están abiertos o cerrados a la influencia del entorno en que se sitúan.

III. Tipos de sistema

Bertalanffy y otros autores posteriores han definido distintos tipos de sistema en función de características estructurales y funcionales. Veamos cuáles son las clasificaciones más importantes.

1. Sistema, suprasistema y subsistemas

Los sistemas se pueden dividir en función de su nivel de complejidad. Los distintos niveles de un sistema interactúan entre ellos, de modo que no son independientes unos de otros.
Si entendemos por sistema un conjunto de elementos, hablamos de “subsistemas” para referirnos a tales componentes; por ejemplo, una familia es un sistema y cada individuo en ella es un subsistema diferenciado. El suprasistema es el medio externo al sistema, en el que éste se encuentra inmerso; en los sistemas humanos es identificable con la sociedad.

2. Reales, ideales y modelos

En función de su entitividad los sistemas se pueden clasificar en reales, ideales y modelos. Los sistemas reales son aquellos que existen físicamente y que pueden ser observados, mientras que los sistemas ideales son construcciones simbólicas derivadas del pensamiento y del lenguaje. Los modelos pretenden representar características reales e ideales.

3. Naturales, artificiales y compuestos

Cuando un sistema depende exclusivamente de la naturaleza, como el cuerpo humano o las galaxias, nos referimos a ellos como “sistema natural”. Por contra, los sistemas artificiales son aquellos que surgen como consecuencia de la acción humana; dentro de este tipo de sistema podemos encontrar los vehículos y las empresas, entre muchos otros.
Los sistemas compuestos combinan elementos naturales y artificiales. Cualquier entorno físico modificado por las personas, como los pueblos y las ciudades, es considerado un sistema compuesto; por supuesto, la proporción de elementos naturales y artificiales varía en cada caso concreto.

4. Cerrados y abiertos

Para Bertalanffy el criterio básico que define a un sistema es el grado de interacción con el suprasistema y otros sistemas. Los sistemas abiertos intercambian materia, energía y/o información con el entorno que los rodea, adaptándose a éste e influyendo en él.
En cambio, los sistemas cerrados se encuentran teóricamente aislados de las influencias ambientales; en la práctica se habla de sistemas cerrados cuando están altamente estructurados y la retroalimentación es mínima, puesto que ningún sistema es completamente independiente de su suprasistema.

IV. Propiedades de los sistemas abiertos

Aunque también se han descrito las propiedades de los sistemas cerrados, las de los abiertos resultan más relevantes para las ciencias sociales porque los grupos humanos forman sistemas abiertos. Así sucede, por ejemplo, en las familias, en las organizaciones y en las naciones.

1. Totalidad o sinergia

Según el principio de sinergia, el funcionamiento del sistema no puede entenderse sólo a partir de la suma de los elementos que lo componen, sino que la interacción entre estos genera un resultado cualitativamente distinto.

2. Causalidad circular o codeterminación recíproca
La acción de los distintos miembros de un sistema influye en la del resto, de modo que la conducta de ninguno de ellos es independiente del sistema en su conjunto. Además se da una tendencia a la repetición (o redundancia) de los patrones de funcionamiento.

3. Equifinalidad

El término “equifinalidad” se refiere al hecho de que varios sistemas pueden alcanzar el mismo estadio final aunque inicialmente sus condiciones sean diferentes. En consecuencia es inadecuado buscar una causa única para explicar este desarrollo.

4. Equicausalidad

La equicausalidad se opone a la equifinalidad: sistemas que empiezan siendo iguales pueden desarrollarse de forma distinta en función de las influencias que reciban y de la conducta de sus miembros. Así, Bertalanffy consideraba que al analizar un sistema hay que focalizarse en la situación presente y no tanto en las condiciones iniciales.

5. Limitación o proceso estocástico

Los sistemas tienden a desarrollar determinadas secuencias de funcionamiento y de interacción entre miembros. Cuando esto sucede disminuye la probabilidad de que se den respuestas diferentes a las que ya están consolidadas; esto se conoce como “limitación”.

6. Regla de relación

Las reglas de relación determinan cuáles son las interacciones prioritarias entre los componentes del sistema y cuáles deben ser evitadas. En los grupos humanos las reglas de relación son normalmente implícitas.

7. Ordenación jerárquica

El principio de ordenación jerárquica se aplica tanto a los miembros del sistema como a las conductas determinadas. Consiste en que algunos elementos y funcionamientos tienen más peso que otros, siguiendo una lógica vertical.

8. Teleología

El desarrollo y la adaptación del sistema, o proceso teleológico, se produce a partir de la oposición de fuerzas homeostáticas (es decir, focalizadas en el mantenimiento del equilibrio y el estado actuales) y morfogenéticas (centradas en el crecimiento y en el cambio).

Alex Figueroba

Psicólogo
Graduado en Psicología por la Universitat de Barcelona, mención en Psicología Clínica.


lunes, 6 de julio de 2020

¿Estamos a punto de presenciar las sociedades más desiguales de la historia? Por Yuval Harari



La biotecnología y el surgimiento de la IA pueden dividir a la humanidad en una pequeña clase de "superhumanos" y una gran subclase de personas "inútiles". Una vez que las masas pierden su poder económico y político, los niveles de desigualdad podrían aumentar de manera alarmante

La desigualdad se remonta a la Edad de Piedra. Hace treinta mil años, bandas de cazadores-recolectores en Rusia enterraron a algunos miembros en suntuosas tumbas repletas de miles de cuentas de marfil, pulseras, joyas y objetos de arte, mientras que otros miembros tuvieron que conformarse con un agujero desnudo en el suelo.

Después de la revolución agrícola, la propiedad se multiplicó y con ella la desigualdad, surgieron sociedades jerárquicas rígidas, en las que las pequeñas élites monopolizaron la mayor parte de la riqueza y el poder para generación tras generación.

Los humanos llegaron a aceptar este arreglo como algo natural e incluso divinamente ordenado. ¿Cómo podría haber orden sin una jerarquía clara?

A fines de la era moderna, la igualdad se convirtió rápidamente en el valor dominante en las sociedades humanas en casi todas partes. Esto se debió en parte al surgimiento de nuevas ideologías como el humanismo, el liberalismo y el socialismo. Pero también se debió a la revolución industrial, que hizo que las masas fueran más importantes que nunca.

Los gobiernos, tanto en las democracias como en las dictaduras, invirtieron mucho en la salud, la educación y el bienestar de las masas, porque necesitaban millones de trabajadores sanos para trabajar en las fábricas y millones de soldados leales para servir en los ejércitos.

La historia del siglo XX giraba en gran medida en torno a la reducción de la desigualdad entre clases, razas y géneros. El mundo del año 2000 era un lugar mucho más igualitario que el mundo de 1900. Con el final de la guerra fría, la gente se volvió cada vez más optimista y esperaba que el proceso continuara y se acelerara en el siglo XXI.

Se esperaba que la globalización difundiera la prosperidad económica y la libertad democrática en todo el mundo, y que como resultado, las personas de todo el mundo, eventualmente, disfrutarían de los mismos derechos, privilegios y oportunidades. Toda una generación creció con esta promesa.
Ahora parece que esta promesa fue una mentira.

La globalización ciertamente ha beneficiado a grandes segmentos de la humanidad, pero hay signos de una creciente desigualdad entre y dentro de las sociedades

A medida que la inteligencia artificial (IA) supera a los humanos en más y más habilidades, es probable que reemplace a los humanos en más y más trabajos. Es cierto que pueden aparecer muchos trabajos nuevos, pero eso no necesariamente resolverá el problema.

Los seres humanos tienen básicamente dos tipos de habilidades: física y cognitiva, y si las computadoras nos superan en ambas, podrían superarnos en los nuevos trabajos al igual que en los antiguos. En consecuencia, miles de millones de humanos podrían quedar desempleados, y veremos la aparición de una nueva clase enorme: la clase inútil.

Esta es una razón por la cual las sociedades humanas en el siglo XXI podrían ser las más desiguales de la historia.

Los nietos de los magnates de Silicon Valley podrían convertirse en una casta biológica superior.
Con mejoras rápidas en biotecnología y bioingeniería, podemos llegar a un punto donde, por primera vez en la historia, se hace posible traducir la desigualdad económica en desigualdad biológica. La biotecnología pronto permitirá diseñar cuerpos y cerebros, y mejorar nuestras capacidades físicas y cognitivas. Sin embargo, es probable que tales tratamientos sean caros y estén disponibles solo para la corteza superior de la sociedad. En consecuencia, la humanidad podría dividirse en castas biológicas.

Los dos procesos juntos, la bioingeniería junto con el aumento de la IA, pueden dar como resultado la separación de la humanidad en una pequeña clase de superhumanos y una subclase masiva de personas "inútiles".

Una vez que las masas pierden su importancia económica y poder político, el estado pierde al menos parte del incentivo para invertir en su salud, educación y bienestar. Es muy peligroso ser redundante. Su futuro depende de la buena voluntad de una pequeña élite
¿Qué preferiría hacer la élite india, china, sudafricana o brasileña en el próximo siglo? ¿Invertir en solucionar los problemas de cientos de millones de pobres inútiles, o en mejorar unos pocos millones de ricos?

En el siglo XX, las élites tenían interés en solucionar los problemas de los pobres, porque eran militar y económicamente vitales. Sin embargo, en el siglo XXI, la estrategia más eficiente (y despiadada) puede ser soltar los autos inútiles de tercera clase y avanzar solo con la primera clase. Para competir con Corea del Sur, Brasil podría necesitar un puñado de superhumanos mejorados, mucho más que millones de trabajadores sanos pero inútiles.

En consecuencia, en lugar de que la globalización resulte en prosperidad y libertad para todos, en realidad podría resultar en especiación: la divergencia de la humanidad en diferentes castas biológicas o incluso en diferentes especies. La globalización unirá al mundo en un eje vertical y abolirá las diferencias nacionales, pero simultáneamente dividirá a la humanidad en un eje horizontal.

En el siglo XXI, el auge de la IA y la biotecnología ciertamente transformarán el mundo, pero no exige un resultado único y determinista. Podemos usar estas tecnologías para crear tipos muy diferentes de sociedades. Cómo usarlos sabiamente es la pregunta más importante que enfrenta la humanidad hoy en día. Si no le gustan algunos de los escenarios que he esbozado aquí, aún puede hacer algo al respecto.

- Resumen-traducción del artículo de Yuval Harari “Are we about to witness the most unequal societies in history?”, en el periódico The Guardian (24-05-2017).

- El resumen-traducción es una gentileza de Lucia Tabbia.

- El artículo original se puede encontrar en https://bit.ly/3ii4O1h.



jueves, 2 de julio de 2020

Para seguir pensando la situación actual... después de 6 meses que comenzó todo


I. Datos de coronavirus en Argentina y en el mundo.

1.a. Cada año mueren en la Argentina unas 342.000 en promedio.[1] Esto da un promedio de 940 personas fallecidas por día.
2.a. “Actualmente la media de personas que mueren a nivel global a diario es de 155.520. Mientras, a diario nacen 372.960 personas”[2]
1.b. Si en Argentina hemos tenido 1300 fallecidos desde que se detectó el primer caso el día 3 de marzo (hace unos 120 días o sea un tercio del año) y en ese período fallecen usualmente unas 114.000 personas en promedio, los muertos por coronavirus representan algo más del 1% de los fallecidos del período.
2.b.Si en el mundo al día de hoy hay 506.000 fallecidos por coronavirus desde que empezó la pandemia el 30 de diciembre de 2019, este total representa algo más de los que fallecen usualmente cada 3 días en el mundo. El porcentaje del semestre indica que los fallecidos por coronavirus representan el 2% de los fallecidos totales del período en el mundo.


II. Pandemias que no se visibilizan ni producen acción alguna.

3. “Durante el 2018, hubo 20 muertes por día a causa de accidentes de tránsito en la Argentina. Según la estadísticas brindadas por la organización Luchemos por la Vida, en el país hubo 7.274 fallecidos en accidentes de tránsito (en el hecho o como consecuencia del mismo) durante el 2018”.[3]
4. “Según el secretario (de Naciones Unidas) Ban Ki Moon, cada día se mueren 25.000 personas por causas relacionadas con el hambre. Que esa matanza –un holocausto y medio cada año– no tiene justificaciones técnicas, porque sucede en un mundo habitado por 7.300 millones de personas capaz de producir comida para 12.000 millones: un mundo donde la comida debería sobrar...." Y los niños menores de 5 años son el 75% de esas víctimas: más de 18.000 por día... [4]
5. “En 2018, se estima que hubo 228 millones de casos de malaria en todo el mundo… Diecinueve países en África subsahariana e India sumaron casi el 85% de la carga mundial de malaria… En 2018, se estimaron 405.000 muertes por malaria en todo el mundo…  Los niños menores de 5 años son el grupo más vulnerable afectado por la malaria. En 2018, este grupo representó el 67%...”.[5] Estos son los datos oficiales de la Organización Mundial de la Salud. Con esto tenemos que –desde hace añares‒ hay más de 1100 muertes por día por malaria. Pero investigaciones científicas independientes (Universidad de Queensland, Australia) afirman que el número real sería más del doble, pues no se están contabilizando los casos de jóvenes y adultos, pues se presumía que no los afectaba.[6]


III. Algunas preguntas

   Ante estos datos cabe preguntarse: ¿por qué tal estado de inquietud y tantas medidas de seguridad para una enfermedad que representa el 2% de los fallecidos? ¿Por qué tanta insistencia mediática en el mismo tema: todo el día y desde  hace meses?
   ¿Era necesario dejar morir en soledad y sin acompañamiento afectivo, espiritual (y sacramental en el caso que se hubiera pedido)?
   Los gobiernos ¿no han excedido su autoridad al imponer medidas restrictivas masivas, en lugar de aplicar el principio de subsidiaridad –dejando a las instancias directamente implicadas tomar las decisiones pertinentes- y en todo caso intervenir (corrigiendo o sancionando según los casos) cuando estas instancias no actuaran correctamente (como indica el mismo principio de subsidiaridad)?
   Particularmente en Argentina: el estado de feria judicial permanente (aunque selectivo: se sanciona a quienes hacen una reunión o siguen adelante causas que afectan a opositores) y la suspensión o intermitencia del trabajo del Congreso hacen que el sistema republicano esté en estado vegetativo. Si tenemos en cuenta que esto no ha sucedido en otros países este año (y ni siquiera sucedió en décadas pasadas cuando algunos de esos países estuvieron en guerra y siendo bombardeados) no parece una medida lógica… sobre todo si atendemos a los números del ítem I.


IV. Lo seguro

Lo único comprobado es que el covid-19 es un virus que tiene una capacidad de contagio mucho más rápida que otros semejantes. Pero los primeros estudios serios (procedentes de Alemania, Corea del sur, Islandia y Dinamarca) indican que su tasa de mortalidad no difiere de otros virus semejantes.[7]
Esa alta capacidad de contagio produce saturación del sistema de salud con la consecuente dificultad o imposibilidad de atender a algunos enfermos que, de recibir la atención necesaria, podrían sanar o salvar su vida.
Esto abre otro tipo de cuestionamientos: ¿por qué algunos países se han preocupado por tener reservas de oro, de petróleo o de armamentos y no de recursos médicos (como sí hizo, por ejemplo, Finlandia)?


V. Precisiones de método

Para saber qué está pasando realmente necesitamos tres números (por ejemplo, para un día dado): el número de muertos por coronavirus del día, el promedio histórico del número de muertos diarios y el total de fallecidos ese día. Y la cifra realmente importante es la que surgiera de la comparación de los dos últimos números. ¡Pero los gobiernos y los medios sólo insisten en el primer número! El segundo se puede encontrar en las estadísticas históricas… y el tercero no te lo da nadie.
En el caso de Argentina, en que el máximo de fallecidos en un día ha sido de 48 personas y el promedio actual ronda los 20 ni siquiera hace falta ese tercer número: el máximo representa un 5% del promedio diario de fallecidos y el promedio es igual a la cifra de muertos por accidentes de tránsito, desde el siglo pasado… y nunca se le ocurrió a nadie suspender el tránsito.
De hecho, si se cotejan las cifras del Ministerio de Salud (citadas en la nota 1), en el año 2016 hubo un promedio anual de fallecidos que estuvo un 5% por encima de lo usual… y nadie recuerda ninguna medida sanitaria extraordinaria, ni ningún batifondo mediático sucedido en 2016.


VI. Algunas preguntas como Iglesia

- ¿No conviene tener una mirada crítica (profética) sobre la suspensión de algunos derechos personales y grupales (desde el derecho de trabajar o acompañar a un familiar enfermo hasta el de reunirse para celebrar el culto) que algunas instituciones impulsan (OMS, gobiernos)? Como recordaba Giorgio Agamben en su artículo “Una domanda”: San Francisco abrazaba a los leprosos, visitar a los enfermos es una de las obras de misericordia, el amor al  prójimo es esencial a la fe cristiana… y dar la vida por el prójimo nunca deja de ser un horizonte posible.
- ¿No tenemos en la Iglesia especialistas en medicina y etc. que nos puedan dar una segunda opinión sobre lo que nos dicen los especialistas del gobierno? La historia muestra que no hay que creer a discursos supuestamente científicos de un modo acrítico: hubo científicos que sostuvieron la superioridad de la raza aria, de la raza blanca… y hoy sabemos que ni siquiera hay razas, sólo étnias.
- ¿No deberíamos enarbolar nuestro tan preciado principio de subsidiaridad como el más respetuoso de la dignidad de las personas, de la libertad y del bien común… siendo también el modo más eficiente de gestionar? De lo contrario, por un lado se cometen innumerables injusticias porque las medidas generales no contemplan numerosos casos particulares que deberían contemplarse (y la Justicia no está disponible para  reclamar). Y  por otro lado –algo mucho más peligroso– se abre la puerta a abusos paternalistas por parte del Estado, que pueden sobrepasar todos los límites (como la historia muestra) hasta llegar al totalitarismo.


[1] Datos del Ministerio de Salud en base a los años 2016-2018:  http://www.deis.msal.gov.ar
[4] Martín Caparrós, “El hambre, un problema ajeno”, p. 3. publicado en www.eldiario.es. Se lo puede encontrar en: https://www.derechoalimentacion.org/sites/default/files/pdf-documentos/Hambre-problema-ajeno_Caparr%C3%B3s.pdf
Los datos coinciden con los indicados por el libro “Hacia una nueva gobernanza alimentaria”: https://derechoalimentacion.org/sites/default/files/pdf-documentos/Hacia_una_nueva_gobernanza_de_la_seguridad_alimentaria.pdf
[7] “Según datos de algunos países en los que el impacto de la infección por Covid ha sido muy estudiado (Corea del Sur, Islandia, Alemania y Dinamarca), la mortalidad en la población general provocada por el Covid 19 se sitúa en el rango inferior al 1 por mil, es decir unas veinte veces menor que la letalidad supuesta al inicio por la OMS”: Entrevista en Infobae al virólogo Pablo Goldschimidt: https://www.infobae.com/coronavirus/2020/05/11/el-virologo-argentino-pablo-goldschmidt-asegura-que-el-tratamiento-cientifico-y-mediatico-contra-el-coronavirus-contrajo-la-democracia-y-aumento-el-autoritarismo/