viernes, 21 de enero de 2022

Libro recomendable: "Signo de los tiempos", de Bernardo Olivera

    Este libro de Bernardo -sabio monje trapense- clarifica el dilema más profundo de nuestro momento histórico: debemos elegir entre una Fraternidad solidaria o un Globalismo excluyente; debemos elegir una sociedad que estará basada en el amor que sirve o en el poder que aplasta.

   En este sentido, el libro de Bernardo muestra un desplazamiento de la vida social global respecto de lo que se veía en las épocas del Vaticano II: en ese momento, la mirada de discernimiento de los pastores de la Iglesia católica veía una sociedad con la que se podía interactuar de una manera constructiva.

   Bernardo nos muestra que hoy hay actuando en la sociedad global unos poderes de destrucción y muerte que no se veían hace 60 años. 

   Como marco teológico, recuerdo aquí la distinción entre Sabiduría y Profecía que hizo otro monje -Ghislain Lafont- en un libro homónimo y que (a la luz de lo que dice Bernardo) yo propongo prolongar así: 

La sabiduría y profecía se relacionan ‒cada una a su manera‒ con la historia y las circunstancias concretas de un momento dado. Si el ambiente social que rodea al Pueblo de Dios es básicamente sereno y justo, habrá una inclinación al cultivo de la sabiduría.

   En cambio, si en el ambiente circundante hay injusticia empieza a ser necesaria la profecía que denuncia el mal y anuncia el Reino de Dios y sus exigencias.

   Y si el mal recrudece, derivando en persecución del Pueblo de Dios, entonces aparece un tercer registro de la Palabra: la apocalíptica, que denuncia la maldad institucionalizada y estimula a los creyentes a mantener viva la esperanza en medio de la adversidad y la muerte.

  Y, de algún modo, si disponemos estos tres registros de la Palabra sobre una línea de tiempo, podemos decir que la sabiduría mira a la creación; la profecía, a la historia en su decurso; y la apocalíptica, al final de la historia.

   


viernes, 7 de enero de 2022

Comunidad o inmunidad

 Ante tanto “distanciamiento social” los escritos del filósofo italiano Roberto Espósito nos recuerdan que hay que elegir entre comunidad o inmunidad: “Si la communitas es aquello que liga a sus miembros en un empeño donativo del uno al otro, la immunitas, por el contrario, es aquello que libra de esta carga, que exonera de este peso… por sustraerse a una condición común”: R. Espósito, “Comunidad, inmunidad, biopolítica” [en línea], https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4588647.pdf [consulta 11 de febrero 2021].

ENLACE AL ARTÍCULO: ROBERTO ESPÓSITO "COMUNIDAD, INMUNI
DAD Y BIOPOLÍTICA"

miércoles, 5 de enero de 2022

Un testimonio del siglo III de cómo se comportaban los cristianos ante una peste

 “Cuando, hacia el año 260, la peste asoló Alejandría, el obispo del lugar, Dionisio, escribió en una carta:

   «Puesto que muchísimos de nuestros hermanos, en amor y benevolencia eximios, no pensaron en sí mismos, sino que aceptaron sin temor a los enfermos, los atendieron solícitamente y los sirvieron en Cristo, murieron como estos, muy alegres, contagiados por el sufrimiento de otros, contrayendo la enfermedad de sus semejantes, aceptando voluntariamente sus dolores.

   De esta manera perdieron la vida los más hábiles de nuestros hermanos: sacerdotes, diáconos, laicos.

   Porque tomaron en sus brazos y en sus regazos los cuerpos de los santos, cerraron sus ojos y su boca, cargaron a hombros con ellos, y los enterraron tras haberlos lavado, vestido y abrazado cordialmente, ellos mismos fueron objeto de idénticos cuidados al poco tiempo. Y los supervivientes pasaban a ocupar el puesto que dejaban libre sus predecesores.

   Completamente distinta era la situación entre los paganos. Echaban de la casa a los que caían enfermos, huían de sus deudos y allegados, los abandonaban medio muertos en las calles y dejaban a sus muertos insepultos como carroña (Eusebio de Cesarea, Historia eclesiástica VIl 22).»”.

   Texto tomado de: Gerhard Lohfink, La Iglesia que Jesús quería. Dimensión comunitaria de la fe cristiana, Bilbao, 19862; pp. 171-172

martes, 4 de enero de 2022

Medicina sanitaria, medicina de familia y vacunaciones masivas

  Hace unos años, hablando con un médico especialista (que también era docente de médicos) acerca de la vacuna contra la gripe que se suele aplicar en invierno a las personas mayores, le pregunté por qué no se vacunaba a todo el mundo y listo.

   Y él me explicó que la medicina sanitaria no trabaja así, sino que apunta a los grupos de riesgo. La razón es que, por ejemplo, con 8 millones de vacunas se puede vacunar a los grupos de riesgo de Argentina. Y se calcula que, por no vacunar a todo el mundo, pueden fallecer (digamos) 10.000 personas. Pero, si se vacunara a los 40 millones de argentinos, también fallecerían 10.000 personas. No las mismas 10.000 del primer grupo, que estarían vacunadas; sino otras 10.000 que sufrirían los efectos colaterales de las vacunas. Entonces ‒me explicaba este médico‒ entre vacunar a 8 millones o a 40 millones y en ambos casos tener 10.000 fallecidos, la medicina sanitaria elige la primera opción: con el 20% del esfuerzo y del gasto, obtiene el mismo resultado.

   Y, me seguía explicando este médico: luego entra la “medicina de familia” que atiende lo micro-social, como la medicina sanitaria atiende lo macro-social. Y en este otro campo, si el médico de la familia (o un mismo) saben que un hijo (o uno mismo) son personas de riesgo que no están dentro de los grupos contemplados en la medicina sanitaria, se acerca al médico de la familia , se le receta la vacuna y listo. Si esto se hiciera con las 10.000 personas que quedaron afuera de lo considerado por la medicina sanitaria, el resultado final sería que con 8.010.000 vacunas quedaría cubiertos todos aquellos más vulnerables. Lo demás, queda a cargo del sistema inmune humano, que ha demostrado ser eficiente desde hace muchos siglos.

   Ante esta lógica que me fue expuesta hace unos años, me pregunto qué sentido tiene vacunar  a todo el mundo, inclusive a personas jóvenes, fuertes y sanas, como los deportistas.

   Máxime, cuando se trata de vacunas experimentales.

   Y, además teniendo en cuenta que ‒según la misma Organización Mundial de la Salud‒ el Covid 19, a lo largo de dos años fue causa del fallecimiento de 5,2 millones de personas, es decir, que de cada 20 personas que fallecen en el mundo, sólo una fallece de Covid (el 5% de los fallecidos cada año, el 0,07% de la población mundial… muy lejos de la peste negra que mató al 40% de la población de aquella época). 

   Como otro dato comparativo: de esas 20 personas que fallecen en el mundo de hoy, 4 fallecen de hambre y 2 o 3 (quizás también 4) de malaria... y esto desde el siglo pasado; y nunca se hizo mucho al respecto.


sábado, 1 de enero de 2022

¿Alude Pablo a la concepción virginal de Jesús en María, en Gál 4,4?

   
En Gál 4,4 el texto dice: “…
cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, hecho de mujer (genómenon ek ginaíkos), hecho bajo la ley…”. La expresión “hecho de (o «desde») mujer” es llamativa por dos razones.

   Por un lado, sucede que la expresión “de mujer (ek ginaíkos)” aparece sólo dos veces en las cartas de Pablo; y en ambos casos aparece veces en cartas indiscutiblemente auténticas.[1] El otro lugar es 1Co 11,8, en que Pablo está considerando la creación de la mujer, según Génesis 2,21-23 (a partir de la costilla del hombre). Y allí dice que: “…el varón no procede de la mujer (ek ginaíkos), sino la mujer del varón (ek andrós)”. Es curioso que en este pasaje Pablo esté hablando de la mujer que es creada por medio de una misteriosa intervención divina, “sin concurso de mujer”.

   Por otro lado, uno esperaría que el texto dijera “nacido (gennetós) de mujer” como sucede, por ejemplo, en Mt 11,11 y Lc 7,28. En cambio, aquí Pablo usa el verbo “hecho (gínomai)”. Quizás Pablo esté aludiendo el verbo hebreo banah que aparece en Gn 2,22, que significa primariamente “edificar”  y que, semánticamente está más cerca del “hacer” (que usa Pablo en Gal 4,4) que del “nacer” naturalmente como Juan Bautista (Mt 11,11 y Lc 7,28).[2]

   Todo esto me hace pensar que Gál 4,4 puede estar aludiendo al nacimiento virginal de Jesús, producido por una maravillosa intervención divina “sin concurso de varón”, como canta la liturgia de hoy, al celebrar a María como Madre de Dios.[3]


[1] Se ha discutido si estos versículos de Gálatas son de Pablo o son una interpolación, pero los hermanos del grupo ecuménico que han compuesto el volumen María en el Nuevo Testamento se inclinan por la autenticidad: cf. AAVV, María en el Nuevo Testamento, Salamanca, Sígueme, 19823; pp. 51 (nota 26). Por otro lado, estos hermanos al estudiar Gal 4,4 se apresuran en sus análisis a comparar el vocabulario con otros textos del Nuevo Testamento (e incluso extrabíblicos) antes de investigar primero, como corresponde, en los textos de Pablo: cf. ibid., 50-54.

[2] Una tarea ulterior podría ser investigar el uso de gínomai en Pablo, sobre todo cuando el verbo tiene por  sujeto a Dios.

[3] Solemnidad de la Santísima Virgen María, Madre de Dios, Antífona de I y II Vísperas: Liturgia de las Horas; citado también en Catecismo de la Iglesia Católica 526.