miércoles, 31 de mayo de 2023

Palabras y actitudes de María, que reencontramos en Jesús (¡es su hijo!)

   No siempre tenemos en cuenta que, cuando el Hijo de Dios se hizo hombre,  “puesto que en la unión misteriosa de la Encarnación “la naturaleza humana ha sido asumida, no absorbida"... El Hijo de Dios... trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado” (GS 22, 2 citado por el CCE 470).

E, incluso, como nos dice el Papa Juan Pablo II al final de la Catechesi Tradendae: “Por una vocación singular, ella (María) vio a su Hijo Jesús "crecer en sabiduría, edad y gracia". En su regazo y luego escuchándola, a lo largo de la vida oculta en Nazareth, este Hijo, que era el Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad, ha sido formado por ella en el conocimiento humano de las Escrituras y de la historia del designio de Dios sobre su Pueblo, en la adoración al Padre.” (CT 73)

Por eso no debería extrañarnos que palabras y actitudes que encontramos en María, las encontremos luego en Jesús, pues... ¡es su Hijo!

Les comparto entonces el siguiente cuadro que muestra los paralelismos entre palabras y actitudes de María y de Jesús. Y pidámosle que ella nos ayude a ser dignos hermanos de tal Primogénito (cf. Rm 8,29).

 

María

Jesús 

1

“Hágase en mí según tu Palabra...”(Lc 1, 38)     

“Hágase tu voluntad y no la mía...” (Mt 26, 39)

“Hágase tu voluntad en la tierra, como en el cielo...” (Mt 6, 10)

2

“Mi alma canta la grandeza del Señor...” (Lc 1, 47ss)

“Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra...” (Mt 11, 25ss)

3

“Santo es su Nombre” (Lc 1,49)

“Santificado sea tu Nombre” (Lc 11,2; Mt 6,9)

4

“Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.” (Lc 1, 52).

“...ocultaste estas cosas a los sabios, y las revelaste a los pequeños...” (Mt 11, 25)

5

“...la humildad de su servidora...” (Lc 1, 48)       

“Aprendan de mí que soy manso y humilde...” (Mt 11, 29)

“Yo estoy en medio de Uds. como el que sirve...” (Lc 22, 27).

6

María va a ayudar a Isabel (Lc 1, 39ss)  

Jesús, que pasó haciendo el bien. (Hch 10, 38).

Lava los pies de sus discípulos (Jn 13, 1ss).

7

Se invierten la situaciones

(Magnificat, Lc 1, 47ss)

Se invierten las situaciones

(Bienaventuranzas y Lamentaciones, Lc 6, 20-26 )

8

María, la Purísima, va a purificarse,

aunque no lo necesita (Lc 2, 22)

Jesús, el Hijo de Dios, va a bautizarse,

aunque no lo necesita (Mt 3, 13ss)

9

María escucha y aprende de parte del ángel Gabriel “que no hay nada imposible para Dios” (Lc 1, 37)

Jesús enseña: “Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios” (Lc 18, 27)

 

    Por otra parte, el Padre y la Madre nos recomiendan lo mismo:

           "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco: ¡escúchenlo!" (Mt 17,5)

           "Hagan todo lo que Él les diga" (Jn 2,5).

Curso del mes de junio

 


sábado, 27 de mayo de 2023

Pentecostés, Santísima Trinidad y Corpus Christi: una oportunidad litúrgico-pastoral

   La experiencia pastoral y docente muestra que el misterio de la Trinidad –y la Persona del Espíritu en particular– siguen siendo una carencia en la fe y en la vida de los fieles, poco menos que en la época del artículo “Advertencias sobre el tratado De Trinitate” de Karl Rahner, escrito en 1960.

   No obstante, cuando en la liturgia tenemos tres solemnidades en tres domingos consecutivos –Pentecostés, Santísima Trinidad y Corpus Christi– no aprovechamos bien esta oportunidad para reparar esas carencias en relación al Espíritu y la Trinidad; sino que –como en otras épocas– seguimos insistiendo en darle el mayor énfasis (procesiones públicas, publicidad televisiva, etc.) a la solemnidad del Corpus Christi.

   Por supuesto, esto no implica un menosprecio del misterio de la Eucaristía, que es una paradojal “concreción «divina»” –sustentada en la Encarnación y en la Pascua– del don de sí mismo y la comunión, que son el corazón del Misterio de la Trinidad.

   Y, justamente desde aquí, podría hacerse una “pastoral litúrgica” que articule las tres solemnidades con un sentido unificado y una relevancia común: dado que “el envío de la persona del Espíritu tras la glorificación de Jesús, revela en plenitud el misterio de la Santísima Trinidad” (CCE 244) y que la Eucaristía es la expresión del don de sí de Jesús hasta el extremo y es “sacramento de comunión”, se podría aprovechar la relevancia que ya le damos a la solemnidad de Corpus Christi y extenderla a los dos domingos anteriores, haciendo de esos tres domingos juntos un “momento fuerte” de la liturgia y de la pastoral, como coronación del “tiempo pascual”.

   Pero actualmente sucede que la afirmación que dice que el Misterio de la Trinidad Divina es “el primero en la «jerarquía de las verdades de la fe»” (CCE 234) no se refleja litúrgicamente; y pastoralmente vemos que la gente no lo reconoce así.

   Y que la época de la Nueva Alianza –es decir: nuestra vida hoy– sea “el tiempo del Espíritu y la Iglesia” eso tampoco está muy claro para la mayoría, aunque Francisco suele insistir en esto...