domingo, 31 de diciembre de 2017

La familia en el cristianismo: hasta la Iglesia y la Trinidad

   La familia aún debe ser revalorizada dentro de la conciencia católica contemporánea: aún quedan resabios de dualismo que hacen pensar que el camino cristiano de la vocación a la familia es un “camino de segunda” hacia la santidad cristiana.
   Hoy recordamos en la liturgia católica a la Sagrada Familia, lo cual nos recuerda que cuando Dios quiso venir al mundo lo hizo de una manera familiar y “natural” (en la medida que pueda aplicarse este adjetivo a la encarnación del Hijo de Dios): nace como un niño en el seno de un matrimonio.
   Pero esa decisión divina no es casual: nace como hijo el que desde la eternidad es Hijo: su filiación humana es reflejo y continuación de su filiación divina. 
  Y se hace nuestro hermano para hacernos “sus hermanos”  (cf. Mt 28,10; Jn 20,17), que es la increíble condición que él nos regala con su Pascua: hijos de Dios, y hermanos entre nosotros, constituyéndose Él mismo como “el Primogénito entre muchos hermanos” (Rm 8,29).
   Y, como elemento central de esta dimensión familiar de la comunidad cristiana hay que señalar la palabra esencial que Jesús utilizó de modo originalísimo para hablar con Dios y para hablar de Dios: la palabra aramea Abbá, es decir, Papá.
  Aquí está el fundamento último de esta dimensión familiar de la comunidad cristiana, pues esta revelación de Dios como Abbá remite profundamente al mundo de la familia: la palabra surge de los primeros balbuceos de los niños más pequeños cuando comienzan a hablar; y “es en la vida familiar de cada día donde se le llama abbá al padre”.[1] Establecer esta palabra para hablar con Dios y de Dios es una originalidad absoluta de Jesús, pues “para la sensibilidad judía habría sido una falta de respeto, por tanto algo inconcebible, dirigirse a Dios con un término tan familiar. El que Jesús se atreviera a dar ese paso significa algo nuevo e inaudito. El habló con Dios como un hijo con su padre, con la misma sencillez, el mismo cariño, la misma seguridad. Cuando Jesús llama a Dios Abbá nos revela cuál es el corazón de su relación con él”.[2] Por eso Jesús nos propone una comunidad en que la fraternidad es el elemento esencial: "Todos ustedes son hermanos" (Mt 23,8), y en la cual el don de sí mismo a los demás es la clave de la comunión (Mt 20, 25-28; 23, 11; Jn 13, 1-17). 
   Durante su vida pública, Jesús caracteriza también a la comunidad cristiana que lo rodea con los vínculos familiares: Jesús “extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre de los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.»” (Mt 12 49s).
   En la Última Cena –que es una cena familiar‒ Jesús ocupa el lugar del padre de familia, que es quien preside la cena pascual.
   Y al pie de la Cruz nos da por madre nuestra a su propia Madre (cf. Jn 19, 25-27).
   Hoy también los católicos latinos debemos recordar ‒como indiqué en el artículo anterior de este blog‒ que en los primeros siglos cristianos  las reuniones cristianas se hacían en las casas de familia, y no existía el celibato obligatorio para los ministros de la Iglesia, lo cual reforzaba el clima hogareño y la presencia femenina: los mismos sacerdotes de la Iglesia eran casados y padres de hijos e hijas.
   El valor de la familia cristiana a la que nos ha impulsado el Concilio Vaticano II recuperando el maravilloso título de “iglesia doméstica” (LG 11) debería también ayudarnos a recuperar nosotros la doble relación de la comunidad cristiana y la familia: la familia cristiana es “iglesia doméstica” y la Iglesia es la familia de Dios.
    Pues si Dios es Papá, Jesús es Hijo y el Espíritu es Comunión, entonces la dimensión familiar de la Iglesia se fundamenta en la mismísima Trinidad divina.




[1] J. Jeremías, Abbá. El mensaje central del Nuevo Testamento, Salamanca, Sígueme, 2005, pp. 66ss. La cita es de la p. 68. 
[2] J. Jeremías, Abbá, p. 70.

La casa de familia como lugar de reunión de la comunidad cristiana

  Jesús celebró la Última Cena en el salón de una casa; así, por ejemplo, nos lo cuenta Marcos: Jesús “envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Vayan a la ciudad… y díganle al dueño de la casa: El Maestro dice: «¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?». Él les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario».” (Mc 14, 13‒15).
   Allí, en esa “sala del piso alto” se siguen reuniendo los discípulos después de la Ascensión: “Los Apóstoles regresaron entonces del monte de los Olivos a Jerusalén… Cuando llegaron a la ciudad, subieron a la sala donde solían reunirse… Todos ellos, íntimamente unidos, se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos” (Hch 1, 12‒14).
   Lo que vemos aquí es que el lugar de reunión, oración y celebración del memorial eucarístico es una casa... no un templo especial.

   Lucas nos sigue contando que sucede lo mismo cuando el cristianismo empieza a difundirse en la ciudad de Jerusalén, incorporando a miles de creyentes: “Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones… partían en las casas el pan, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón; ellos 

martes, 26 de diciembre de 2017

Iglesia Comunión

  En la entrada anterior, sobre la Navidad incomprendidad, dejé adrede una palabra controversial: "jerárquica". La intencionalidad es debatir si esta característica es esencial a la configuración eclesial o es una forma (o deformación) que tomó en un determinado momento, y que es modificable (o debe ser modificada).
   De hecho, la misma palabra "jerarquía" no existe en el Nuevo Testamento; y, más aún, la actitud que implica está en oposición con lo que reflexionamos en la entrada anterior y que contemplamos que es la actitud fundamental de Jesús... ¡y de toda la Trinidad!
   Remito a las tres entradas en que resumo el artículo de Ghislain Lafont sobre "La transformación estructural de la Iglesia", del cual cito aquí un párrafo ilustrativo: 
      “El rasgo esencial del nuevo modelo institucional  [surgido del Concilio Vaticano II] es que la Iglesia entera es la destinataria y responsable de la Revelación, ámbito de salvación para sus miembros, y origen de la misión. A esta Iglesia, Cristo resucitado ha enviado el Espíritu prometido; y es ella la que es santa y llamada a la santidad; es ella la que escucha la Palabra de Dios, la medita y la anuncia. La Iglesia es la que ora, celebra y entra en diálogo con el mundo.
   Esto es obvio para nosotros hoy. Pero esta concepción de la Iglesia puede ser “temible” en la medida en que durante siglos la organización de la Iglesia se había construido a partir de una idea jerárquica que privilegiaba al Papa y al sacerdote. Sólo el tiempo podrá revelar todas las dimensiones de la evolución que puede producirse.”: Cf. G. Lafont OSB, L´Eglise en travail de réformeImaginer l´Eglise catholique II, Paris, Cerf, 2011; pp. 188s (la traducción es mía).

domingo, 24 de diciembre de 2017

Navidad incomprendida

   “Cristo Jesús, aunque existía en forma de Dios,
no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, 
sino que se vació de sí mismo tomando forma de servidor,
haciéndose semejante a los hombres. 
   Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 
   Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo,
y le confirió el Nombre que está sobre todo nombre…” (Flp 2, 5ss)

   En este himno litúrgico creado por la primera comunidad cristiana ‒himno que Pablo encuentra e inserta en su Carta a los Filipenses‒ se recorre sintéticamente todo el misterio del Hijo: su existencia divina junto al Padre, su encarnación, su muerte, resurrección y glorificación.
   Y se manifiesta concretamente en la propia existencia de Jesús, la paradoja que Él mismo expresó: “el que se exalta será humillado, y el que se humilla será exaltado” (Lc 14,11).
   De este modo, se revela que “el don de sí mismo” es la actitud divina fundamental, que en la encarnación y en la Navidad llega a un nivel inaudito: jamás el hombre podrá percibir exactamente el grado de abajamiento que implica la Navidad.
    Pues para medir exactamente una distancia, hay que conocer exactamente el punto de partida y el punto de llegada. En el caso de la Navidad, conocemos bien el punto de llegada: es nuestro mundo, nuestro valle de lágrimas. Pero no conocemos ‒ni conoceremos nunca‒ exactamente el punto de partida que es la divinidad: pues para conocer exactamente la divinidad hay que ser Dios.
   Este abajamiento divino debería ser siempre un severo llamado de atención respecto de nuestra tendencia humana a la exaltación, especialmente dentro de la Iglesia.
     Si el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos sus “hermanos” (Mt 28,10; Jn 20,17), es contradictorio que en la Iglesia no prime un clima fraterno y familiar, sino actitudes jerárquicas, verticalistas y juridicistas. Es contradictorio que primen los títulos honoríficos de origen monárquico (como “monseñor”) o los puestos de primacía de origen político (como “presidente” de tal o cual comisión) en lugar del fundamental título cristiano de “hermano”, o la fundamental actitud cristiana de “servidor”. “Todos ustedes son hermanos” nos dice Jesús, recomendándonos severamente apartarnos de las actitudes de superioridad y legalismo de los fariseos (Mt 23,8 y su contexto).
   Si “teología” significa “conocimiento sobre Dios”, el único verdadero teólogo es Jesús porque: “Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer” (Jn 1,18). Y Jesús nos reveló la identidad de Dios como “Abbá” (es decir “Papá”), con un uso inaudito y originalísimo suyo.
   La Navidad es un llamado a configurar una comunidad cristiana fraterna: el Hijo de Dios se ha hecho nuestro hermano, nos ha revelado a Dios como “Padre nuestro” y nos ha comunicado su Espíritu para que podamos vivir como hermanos.

   Si vivimos realmente como hermanos, todo lo demás se realiza como consecuencia. Seremos una comunidad solidaria pues no podremos soportar que un hermano nuestro pase necesidad. Seremos una comunidad misionera antes ‒incluso‒ de misionar: como sucedía con los primeros cristianos, ante cuyo amor fraterno los mismos paganos exclamaban admirados: “¡Miren cómo se aman!”… y querían adherirse a la Iglesia (cf. Jn 13,35).





jueves, 14 de diciembre de 2017

Economía fraterna: tres historias concretas posibles, y algo más…

   En los dos artículos anteriores presenté la economía fraterna desde una perspectiva general: ECONOMÍA FRATERNA
Y abarcadora, y luego concreticé algunos aspectos: ECONOMÍA FRATERNA EN CONCRETO
   Ahora lo concretizo aún más, mostrando la posibilidad real de un mundo distinto. Naturalmente, este artículo presupone la lectura de los dos anteriores, en que están resueltas cosas que aquí no se mencionan.

1. Economía fraterna en la ciudad: área servicios.

   Martín sale de su casa rumbo a la Universidad en donde trabaja como profesor. Como esta mañana hace bastante frío toma el ómnibus; si no, suele caminar esas veinte cuadras que separan su casa de la Universidad. Al subir al ómnibus pasa su ecocard por el lector, y luego va y se sienta. El viaje, por supuesto, es breve.
   Llegado a la Universidad dicta tres horas de clase, y luego está un par de horas más atendiendo consultas de alumnos. Terminada la tarea, vuelve a casa, ahora sí caminando: aprovecha a pasar por el supermercado para llevar algunas cosas que están faltando en casa.
   Cuando llega, su esposa Irene ya está cocinando: ella prefiere dedicar algunas horas de la mañana a las tareas de la casa, mientras su hijo Daniel está en la escuela. Como Martín se ocupó de comprar en el supermercado, Irene ocupó parte de la mañana en hacer ejercicio, caminando y charlando con un par de amigas en el parque cercano.
   El horario de la escuela es de cuatro horas, pues la educación se ha vuelto semipresencial y un tercio de las tareas se hacen en casa. Además los padres no deben preocuparse por llevar sus hijos a la escuela: un ómnibus escolar los recoge y los trae de vuelta, lo cual ha descongestionado el tránsito y ha aliviado la vida de las familias, además de otros beneficios (menos contaminación, menos gasto de energía, etc.).
   Irene es enfermera y trabaja en un hospital cercano cinco horas por la tarde. Martín normalmente se queda en casa con Daniel, leyendo o preparando clases, y ayuda a su hijo con la tarea si es necesario.
   Algunas tardes Martín y Daniel van hasta el club cercano y juegan al tenis. En otras oportunidades, Daniel juega al futbol con sus amigos, mientras Martín toma un café con algunos amigos en el bar del club.

   Tanto Irene como Martín tienen sus “compañeros de trabajo”, como los tienen todos: son personas que se eligen mutuamente, generalmente a lo largo de la carrera de formación, y forman un equipo de trabajo. En este caso, la compañera de Irene es María, y el compañero de Martín es Oscar. Los “compañeros de trabajo” a veces están juntos en su lugar de trabajo, otras veces está uno o el otro. La idea es que tengan más libertad para disponer del tiempo que la que había antes: entre ambas personas cubren los horarios y cumplen las tareas pautadas, coordinando entre ellos cómo lo harán.[1]  
   Hoy Irene no irá al hospital, pues María lo hará: hace un par de semanas que habían programado con Martín y Daniel para ir al teatro. Piden un taxi por teléfono para que los recoja y los lleve hasta el 

jueves, 30 de noviembre de 2017

¿Qué es la verdad?

La parábola de “los 30 cigarrillos”.

   En una población, se hizo una encuesta para saber cuánto fumaba la gente. Y resultó que, quien menos fumaba, consumía 20 cigarrillos por día; y quien más fumaba consumía el doble. Y como el consumo era –más o menos– parejo en toda esa población, resultaba que el promedio era 30 cigarrillos por día y por persona. Esta es una verdad estadística: es verdad que en esa población cada uno fuma 30 cigarrillos por día.
   Ahora bien, desde esa “verdad estadística” ¿podemos concluir que lo bueno para el ser humano es fumar 30 cigarrillos por día? 
   Si fuéramos a un congreso médico y les planteáramos esa pregunta, la respuesta sería: "No". Y, si les propusiéramos a los médicos: “¿Entonces lo bueno es fumar el mínimo que se fuma en esa población: un paquete por día?”. La respuesta volverá a ser: "No". Entonces les preguntamos a los médicos: “¿Y cuánto es bueno fumar por día?”… y allí nos dirán: “Lo bueno es no fumar”.
   ¿De dónde sacan los médicos que lo bueno es no fumar? No lo sacan de la “verdad estadística” (o “de hecho”), que muestra algo muy distinto; lo sacan del estudio del organismo humano, que se deteriora con las decenas de elementos nocivos y cancerígenos que tiene el tabaco. Ésta es una verdad metafísica (es decir: basada en el ser de las cosas, y de lo que es bueno para ellas): lo bueno para el ser humano es no fumar.[1]
   Y esto seguiría siendo verdad, aún cuando la población relevada en la encuesta inicial fuese la totalidad de la población mundial: que todo el mundo fumara, no transformaría en sano el hecho de fumar…




[1] Según la Organización Mundial de la Salud: “En el humo de tabaco hay unos 4000 productos químicos conocidos, de los cuales se sabe que, como mínimo, 250 son nocivos, y más de 50 cancerígenos para el ser humano.” Fuente: Organización Mundial de la Salud 

viernes, 17 de noviembre de 2017

Libro recomendable: Utopía para realistas

   Los datos económicos y sociales de nuestra época son contradictorios: nunca hubo tanta riqueza y tecnología en el mundo y la depresión es el principal problema de salud a nivel mundial, especialmente en los adolescentes.
   Rutger Bregman -uno de los pensadores jóvenes más reconocidos de Europa- analiza con profundidad filosófica y abundancia de datos económicos y sociales nuestra situación actual, y demuestra que nuestro modo de vida actual "no da para más".
   Y propone "abrir nuestra cabeza" a posibilidades reales: por eso es una Utopía para realistas.
   Y el libro viene recomendado por personas como Zygmunt Bauman y Thomas Piketty, entre otros.
   Como botón de muestra se puede leer el primer capítulo del libro en el enlace que pongo abajo.


viernes, 10 de noviembre de 2017

Una estimulante reflexión sobre las relaciones interpersonales

   En el enlace que sigue podrán ver un conferencia de Brené Brown titulada "el poder de la vulnerabilidad" (paradoja: que es el género literario de las realidades importantes).
   Allí expone sobre los vínculos, el miedo y la vergüenza, el "coraje de ser imperfecto" (otra gran paradoja... que es lo que las tradiciones de espiritualidad han llamado "humildad", pero la verdadera) y aquello que hace importante a las relaciones humanas.
   Es especialmente interesante, cuando la especialista fue educada en una filosofía positivista cuyo lema era: "si no lo podés medir, no existe"... Que lo disfruten...

BRENE BROWN: El poder de la vulnerabilidad

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Economía fraterna, en concreto

                                                                                   Tú ves las cosas y dices: “¿Por qué?”
Pero yo sueño cosas que nunca han sido, y digo: “¿Por qué no?”

                        George Bernard Shaw

1. Introducción

   Continuando con las ideas presentadas en nuestra reflexión anterior, pensemos ahora en concreto.[1]
   Pensemos, por ahora, un mundo posible no muy diferente al nuestro en algunos aspectos (aunque muy distinto en otros). Pensemos en nuestros supermercados y otros comercios; en nuestros camiones y trenes distribuyendo productos a esos locales; en nuestras escuelas y universidades; en nuestros hospitales; en nuestro sistema de gobierno democrático y republicano.
   Pensemos ahora un sistema educativo que ayuda a que cada persona descubra su vocación, y ayuda a que esa vocación se transforme finalmente en su profesión. Hoy en día quienes tenemos la posibilidad de trabajar en aquello que es nuestra vocación nos sentimos privilegiados. Y es muy duro trabajar muchas horas por día en algo que no es afín a uno, y sólo debe ser sobrellevado para poder subsistir. En este mundo posible, una clave esencial es el ejercicio de un trabajo libre, creativo, participativo y solidario.[2] Esto es excelente para la persona y para la sociedad: para la persona, pues disfruta de aquello que es su trabajo; para la sociedad, pues quien trabaja de aquello que es su vocación ofrece el mejor producto, servicio, arte u oficio, pues lo hace de corazón.

2. La tarjeta de economía.

   Muchos de nosotros tenemos una tarjeta de débito y/o de crédito. Pensemos en una tarjeta semejante, que podríamos llamarla “tarjeta de economía” (o “ecocard”, si se prefiere un nombre más práctico, universal y “publicitario”).
   Y ahora empieza el esfuerzo de imaginación: esta sociedad se mueve sin dinero. Lo que la “ecocard” registra es que yo estoy realizando mi trabajo del modo adecuado. Y ése es mi aporte (y el de todos y cada uno) a esta sociedad: el trabajo.

3. Producción, consumo y disfrute.

   A nuestro sistema actual se le llama, a veces, “sociedad de consumo”. Pero, en realidad, nuestra economía es –principalmente– especulativa.[3]  La sociedad que yo propongo es sí, en verdad, una 

domingo, 29 de octubre de 2017

Dios está primero... y más allá de todo

   A los seres humanos nos cuesta mantener el equilibrio. En general, huyendo de un extremo tendemos a caer en el opuesto. También pasa esto con la religión.
   Unas décadas atrás, en el catolicismo, la percepción de Dios como Misterio insondable y lejano era lo más común: un Omnipotens Deus al cual se rendía culto y obediencia “con temor y temblor”.
   Hoy hemos recalcado tanto el aspecto de “Dios con nosotros” que casi desaparece Dios y quedamos sólo nosotros: pareciera que lo más importante del cristianismo es la acción solidaria en favor de las personas más desfavorecidas.
   En el texto que se lee en la misa de hoy (Mt 22, 34ss), Jesús nos recuerda cuál es el equilibrio verdadero:
   “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas.”

   Nuestra época se ha arremangado y se ha puesto a trabajar como Marta, olvidando que Jesús dijo que María era quien había elegido la mejor parte: la contemplación es más importante que la acción. Por eso, le dijo “el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada.»” (Lc 10, 38-42). Jesús mismo se levantaba temprano cada mañana, antes que saliera el sol para dedicar esas horas a la oración.[1]

   Pero contemplación y acción no se oponen como en el dualismo griego, pues en el cristianismo la contemplación alimenta la acción: el segundo mandamiento (sobre el que nadie le había preguntado a Jesús, sino que lo agrega él) es “semejante” al primero porque el ser humano ha sido creado a “imagen y semejanza de Dios” (Gn 1, 26s).

   Por eso, la acción solidaria en favor de las personas necesitadas sólo será profundamente cristiana si surge de la contemplación de Dios como Padre de todos: sólo así “los pobres” se transforman en mis hermanos. Y sólo así, cuando me acerque a mi hermano necesitado, además de algún bien material que necesite, le daré lo que más profundamente todos necesitamos: ser reconocidos en nuestra dignidad de personas y en nuestra igualdad humana… y sentir la experiencia de la fraternidad.

   Cuando en la soledad de la oración yo me reconozco pobre ante Dios, “los pobres” dejan de ser “los otros” y empezamos a ser todos hermanos (cf. Mt 23, 8). Y entonces podemos rezar diciendo “Padre Nuestro” abarcando en ese “nosotros” al universo entero,  y podemos compartir en fraternidad los abundantes bienes con que Dios nos bendice en su creación.

   Finalmente, ese Dios que se ha hecho “Dios con nosotros” hasta niveles inauditos, por otra parte sigue siendo el Dios que está más allá de todo lo que podemos decir, imaginar o pensar: Uno y Trino, absolutamente simple e infinitamente perfecto, que trasciende todo y contiene todo, cognoscible e incomprehensible, lógico e inefable, coherente e imprevisible, inmutable y compasivo, omnipotente y vulnerable…



[1] Al segmento que ocupa Mc 1, 21-39 se lo suele llamar “un día en la vida de Jesús” y quiere presentar lo que era una jornada típica de su vida en Galilea.

jueves, 26 de octubre de 2017

Yo Soy el que Estoy, Yo Soy el que Soy

   En la teología contemporánea hubo un movimiento de un extremo al otro: de una teología de tipo esencialista que privilegiaba elementos como lo Uno, el Ser y la Verdad, a una teología de tipo existencial, que privilegia la Relación, el Tiempo, la Palabra y el Don. En este segundo polo se tiende a despreciar, sino olvidar una dimensión metafísica de la realidad.
   Pero la Revelación cristiana muestra una integración de estos dos aspectos, privilegiando el segundo: si bien es su estructura global tiene la forma de una historia, al mismo tiempo incluye textos de sabiduría: la historia, entonces, no excluye la metafísica, ni la relación reemplaza a la identidad.[1]
   Un ejemplo máximo de esta integración es el mismo nombre revelado a Moisés, y que de algún modo sigue siendo un Nombre fundamental de Dios.
   Pues todo parece indicar que ‒dada la ambivalencia del verbo “ser” en hebreo‒ el nombre divino primeramente significó: “Yo Soy el que Estoy” y posteriormente fue revelándose a la conciencia del

lunes, 16 de octubre de 2017

Iglesia y política 3: mística y política

   A veces se reclama que la política tenga una mística, que enamore a la gente, a los jóvenes, o a quien sea...
   Me parece que la historia muestra que eso es un error: desde la mística nazi hasta la mística soviética; desde la mística de los montoneros a la mística del “proceso de reorganización nacional” (y, desgraciadamente, se podrían agregar muchos más ejemplos) los mesianismos políticos han llevado al fanatismo y a la muerte.
   La política es una actividad humana que trata de gestionar el bien común para que sea lo mejor posible. Y nunca será la respuesta última al deseo infinito de bien, de felicidad, de sabiduría y de paz que hay en el corazón humano. La política –como toda actividad humana‒ será (como mucho) una respuesta penúltima a esas ansias profundas del hombre.

   La mística, que dice relación a Dios como Vida eterna, Sabiduría total y Amor infinito, es un ámbito distinto, en el cual Dios es el protagonista y ‒gracias a cuya acción‒ este mismo mundo puede llegar a ser transfigurado de un modo que ningún plan quinquenal podría hacer…

Iglesia y política 2: la autonomía relativa de las realidades temporales

   A lo dicho en la entrada del día 12/10, se podría agregar algunas cosas más. La primera es la siguiente: la mayoría de nosotros (creo) que estaría de acuerdo en afirmar que entre lo religioso y lo político no debería haber una fusión (o confusión) pero que tampoco deberían estar en total oposición o en mutua indiferencia con total desvinculación (dado que el hombre es a la vez un ser político y un ser religioso como muestra la historia).
   Pero esta percepción habría que fundamentarla, pues en el mundo vemos desde regímenes teocráticos hasta laicismos recalcitrantes, que también reivindican tener su lógica.
   Para el pensamiento cristiano la fundamentación está dada en el mismo ser de Jesús, que es verdadero Dios y verdadero hombre, “sin confusión y sin división”, pues en Cristo
   “la naturaleza humana fue asumida, no absorbida… El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre… se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado” (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes 22,2).
   Este ser de Jesús, inspira el principio de autonomía relativa de las realidades temporales, que sostiene que las realidades creadas tienen su propia consistencia, pero no están absolutamente desvinculadas del Creador:
   “Muchos de nuestros contemporáneos parecen temer que, por una excesivamente estrecha vinculación entre la actividad humana y la religión, sufra trabas la autonomía del hombre, de la 

jueves, 12 de octubre de 2017

Iglesia y política

   En estos días muchas personas me han consultado sobre la relación entre Iglesia y política. Ante esta consulta he citado recurrentemente un claro (y olvidado) texto del Documento de Puebla, elaborado por los obispos latinoamericanos en la difícil época de los ´70.

   Su contenido se podría resumir así: "política" admite dos sentidos. Uno podríamos llamarlo "la Política con mayúsculas" que considera la dignidad humana, el bien común, la participación, los valores en la vida social, etc. Esto interesa a la Iglesia como Iglesia, y a sus pastores pues implica cuidar de todos. El otro sentido sería el de la "política partidaria" y este campo no compete a la Iglesia como tal ni a sus pastores, pues un partido político es -por definición- una parte de la sociedad, y la Iglesia debe ser la casa de todos, y los pastores deben ser pastores de todos. Una implicación partidaria en este campo mutilaría la dimensión "católica" (= universal) de la Iglesia y sus pastores. La política partidaría es el campo propio de los laicos, a quienes nos compete gestionar el mundo de acuerdo a la Palabra de Dios (con lo cual, la incursión de los clérigos en este campo sería un modo más de clericalismo).

   Copio a continuación los números principales del párrafo de Puebla, titulado “Conceptos de política y de compromiso político”. Espero ayuden a clarificar las dudas que algunos tienen.


521      Deben distinguirse dos conceptos de política y de compromiso político: primero, la política en su sentido más amplio que mira al bien común, tanto en lo nacional como en lo internacional. Le corresponde precisar los valores fundamentales de toda comunidad -la concordia interior y la seguridad exterior- conciliando la igualdad con la libertad, la autoridad pública con la legítima autonomía y participación de las personas y grupos, la soberanía nacional con la convivencia y solidaridad internacional. Define también los medios y la ética de las 

Proxima reunión - Peregrinación 2019


viernes, 29 de septiembre de 2017

El equilibrio cristiano

   A lo largo de su historia, el cristianismo se ha visto tentado por diversas parcializaciones. En un extremo, un espiritualismo que desprecia los elementos encarnados de la fe cristiana. En el otro, posturas que acentúan excesivamente lo material en detrimento de lo espiritual (por ejemplo: imponiendo un verticalismo en detrimento de la comunión, y/o un juridiscismo en detrimento del clima teologal y fraternal).
   Pero ambos elementos están unidos y equilibrados en el cristianismo, como pasa en el misterio del propio Hijo encarnado:


Jesús
Iglesia
Revelación
Sacramentos
Espiritual
Verdadero Dios
Comunión teologal
Palabra de Dios
Gracia invisible

y
e
expresada en
comunicada por
Material
Verdadero hombre
Institución visible
lenguas humanas
elementos visibles

   Por eso, dice el Concilio Vaticano II:

   “Es característico de la Iglesia ser, a la vez, humana y divina, visible y dotada de elementos invisibles, entregada a la acción y dada a la contemplación, presente en el mundo y, sin embargo, peregrina; y todo esto de modo que en ella lo humano esté ordenado y subordinado a lo divino, lo visible a lo invisible, la acción a la contemplación y lo presente a la ciudad futura que buscamos” (SC 2).

   Y, como somos Pueblo Peregrino, lo definitivo es la Casa del Padre. Por eso, el Catecismo de la Iglesia Católica completa esto diciendo:

   “En la Iglesia esta comunión de los hombres con Dios por "la caridad que no pasará jamás"(1 Co 13, 8) es la finalidad que ordena todo lo que en ella es medio sacramental ligado a este mundo que pasa (Cf. LG 48). "Su estructura está totalmente ordenada a la santidad de los miembros de Cristo. Y la santidad se aprecia en función del “gran Misterio” en el que la Esposa responde con el don del amor al don del Esposo" (MD 27). María nos precede a todos en la santidad que es el Misterio de la Iglesia como la "Esposa sin tacha ni arruga" (Ef 5, 27). Por eso la dimensión mariana de la Iglesia precede a su dimensión petrina" (Ibíd.)” (CCE 773).

sábado, 23 de septiembre de 2017

La transformación estructural de la Iglesia (3ra y última parte)

(Concluyo con esta entrega el resumen del artículo de G. Lafont publicado en L´Eglise en travail de réforme. Imaginer l´Eglise catholique II, Paris, Cerf, 2011; pp. 175-201).

(Puedes acceder a las entradas anteriores con sólo poner "transformación" en el botón de búsqueda que está a la derecha de la pantalla).


La Eucaristía y el Orden

   El Concilio Vaticano II ha vuelto, de manera renovada, a la visión simbólica de los sacramentos de la Eucaristía y del Orden; lo cual también renueva la manera de celebrarlos y, de algún modo, esto afecta al conjunto de la vida eclesial.

La perspectiva antigua

    En su célebre obra Corpus Mysticum, Henri de Lubac estudió un giro que tuvo la consideración de la Eucaristía, que se podría describir como un “pasaje del simbolismo al realismo” en la interpretación de este sacramento.
   Antes de la Alta Edad Media latina había una especie de comprensión global (hoy diríamos “holística”) del tema cristiano del cuerpo, que consideraba simultáneamente:
   - el cuerpo personal de Cristo resucitado,
   - cómo ese mismo cuerpo está místicamente presente en los símbolos eucarísticos
   - y la comunidad de los fieles que también es, verdaderamente, cuerpo de Cristo.
Y la celebración eucarística manifiesta y realiza esta triple e inseparable corporeidad de Cristo.
   Lo mismo sucedía con el sacrificio, que es otra de las categorías fundacionales del cristianismo, que 

miércoles, 20 de septiembre de 2017

La Vida, el testimonio y la fiesta

   En su libro "Dios, el tiempo y el ser" Ghislain Lafont muestra que, a diferencia de los relatos que construimos los seres humanos para explicarnos qué somos (el relato científico de la evolución, el relato ideológico de la revolución, el relato filosófico sobre el sentido del hombre y las producciones artísticas que lo ponen en acto, como el teatro o la novela) hay un relato que nosotros no producimos, sino que recibimos: el relato de nuestro naciento.
   Este es un relato que escuchamos, de unos testigos, que nos dan testimonio de lo sucedido, y que nosotros aceptamos con una actitud que se puede llamar "fe". Puede haber algunos elementos que apoyan el relato (acta de nacimiento, fotos). Y es un relato que está doblemente encarnado: en el espacio tiempo real, y en nosotros mismos que somos cuerpo. Y, finalmente, es un relato que provoca una fiesta... y por eso festejamos los cumpleaños, fiesta de la vida.
   Y, de modo muy interesante, Lafont traspone estos elementos al misterio pascual de Jesús: la Buena Noticia sobre la muerte y la resurrección de Jesús es un relato que se escucha, de parte de unos testigos que dan testimonio, y que piden nuestra fe a su relato. Hay elementos que funcionan como signos de credibilidad (el sepulcro vacío, por ejemplo).  Y es un relato encarnado en una historia real -con un espacio y tiempo "nuestros" y no un "tiempo primordial" inaccesible como en los mitos- y que implica la corporalidad de Jesús mismo... y que amerita la fiesta de la Pascua /semanal y anual), fiesta de la Vida.

jueves, 14 de septiembre de 2017

La Cruz y la filiación, según Lucas

   Si seguimos el relato de Lucas (23, 33-46) vemos que en la Cruz, Jesús recibe los insultos de los dirigentes, de los soldados y hasta de uno de los que está crucificado con él, mientras el pueblo mira silencioso y compungido.
   Pero Jesús, desde la Cruz, derrama misericordia: ora por quienes lo están matando y da el perdón a quien se lo pide, en la persona del "buen ladrón".
   Al mediodía se oscurece toda la tierra y el velo del templo se rasga (antes de la muerte de Jesús): símbolos del fin del mundo y del fin de la vieja religión.
   Y entonces, cuando todo se derrumba y se oscurece, resuena desde lo alto de la Cruz la voz de Jesús: "Padre en tus manos encomiendo mi espíritu". Y esta oración confiada de Jesús es ya la aurora de un mundo nuevo y de una nueva religión, cuya esencia será esta filiación que Jesús manifiesta y lleva hasta el extremo, confiando en su Padre hasta más allá de la mismísma muerte.
   Y con la resurrección la filiación de Jesús se extenderá hasta los confines de la tierra, a impulsos del Espíritu que difunde la Palabra de Dios y la Nueva Alianza.


viernes, 8 de septiembre de 2017

Recursos para el mes de la Biblia

Algunos recursos informáticos para el Mes de la Biblia:

BIBLIA EN AUDIOS

El summum en este rubro lo tienen los hermanos de Faith comes by hearing:
Biblias en audio y texto

Biblias para bajar a tu dispositivo

La página principal del sitio web, que ofrece muchos recursos es:
Faith comes by hearing

La Biblia en 39 idiomas
Aunque ahora ya hay 46 idiomas aquí!

Biblía católica en italiano
Y el texto de esta Bibbia de la Conferencia Episcopal Italiana (además del texto griego, hebreo y latino) la podés encontrar y bajar como App en:
Bibbia CEI y algo más...

La English Standard Versión (ESV)
También se puede encontrar en la web el texto para leer y bajar.

La New International Version (NIV) dramatizada
En este sitio se encuentran audios de otros textos, ademas de Apps para bajar el texto.

La versión de Louis Segond en francés (FLS)


BIBLIA CLERUS
Biblia católica, con comentarios de los Padres y Doctores de la Iglesia, y con vínculos a documentos del Magisterio. Se puede consultar online, o bajar a tu dispositivo o PC.
Se encuentra en: BIBLIA CLERUS EN ESPAÑOL

E-SWORD
Biblia evangélica, con posibilidad de incluir módulos católicos.
Permite bajar inmensa cantidad de textos en muchos idiomas -incluyendo griego y hebreo- y también mapas, diccionarios, comentarios, etc. 
Se encuentra en: SWORD EN ESPAÑOL 
En este vínculo también podrás encontrar un generoso manual en español para usar E-Sword a full.

Para bajar el programa principal de E-Sword, en su versión 2016 hay que ir al siguiente enlace:
E-SWORD 2016

jueves, 31 de agosto de 2017

Fidelidad creativa

   Los evangelios nos muestran una fidelidad creativa en el proceso de transmisión de la fe, que es una enseñanza permanente para los discípulos de todos los tiempos. Veamos algunos ejemplos.

1. Palabras de Jesús en la Cruz

   Según Marcos y Mateo, Jesús crucificado dice: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mc 15,34; Mt 27,46). Pero Lucas en ese mismo momento pone algo muy distinto: “Padre: en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23,46): Jesús ¿estaba casi desesperado o completamente confiado?
   La explicación es la siguiente: Marcos –que es quien escribe primero‒ lo hace para una comunidad que tiene cristianos de origen judío entre sus miembros. Y ellos saben que “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” es el comienzo del Salmo 22. Este Salmo cuenta la historia de un hombre justo que es perseguido cruelmente; él se entrega confiadamente a Dios y Dios finalmente lo salva. Para quien conoce este Salmo, entonces, la sola mención de sus primeras palabras le resume todo lo

domingo, 27 de agosto de 2017

El lugar de Pedro en la Iglesia

   En Mt 16 hay dos elementos que sitúan a Simón Pedro en la Iglesia: el propio nombre de Kefá ‒que Jesús inventa para aplicar a Simón‒ y el símbolo de las llaves.
   "Kefá" (en arameo) no es "Pedro" sino "piedra"; no es un nombre de persona, sino un símbolo que indica una tarea y una posición.[1] Y el texto es claro: "y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia". Es decir: "Pedro" está debajo, sosteniendo a la comunidad... trabajo arduo y servicial. Lo cual es muy distinto a la figura de un monarca que está encima de una estructura vertical.
   Y esto nos lleva al otro elemento: las llaves, que son el símbolo del "primer ministro" (cf. Isaías 22, 22). Si hay un monarca en este texto de Mt 16 es Jesús, que es el Mesías (o sea, el Ungido: el Rey descendiente de David).
   Y el símbolo del "primer ministro" indica también que hay otros ministros: indica al colegio de los Doce Apóstoles al cual Pedro pertenece.

   A semejanza de la Trinidad, que es comunión, Jesús piensa una Iglesia Comunión en la cual también los Doce son una comunión dentro de la misma Iglesia.


[1] Esto queda claro sobre todo en un texto de Lucas: Jesús “llamó a sus discípulos y eligió doce de entre ellos, a los que puso el nombre (onómasen) de Apóstoles: A Simón, a quien puso el nombre (onómasen) de Pedro…” (6,13s). De aquí se sigue que, si “Apóstol” no es nombre de persona, “Pedro” tampoco: son nombres que indican una tarea y una misión. En el texto griego original, que ponemos entre paréntesis, la palabra es exactamente la misma.

sábado, 19 de agosto de 2017

Celibato optativo en el contexto de una Iglesia Comunión

Voces de representantes del Magisterio
  
   En septiembre de 2013, el entonces recién elegido como Secretario de Estado del Vaticano Pietro Parolín, por el ya Papa Francisco, reflexiona sobre el celibato en un reportaje, diciendo: [1]

   -¿No existen dos tipos de dogmas? ¿No hay dogmas inamovibles instituidos por Jesús y los que vinieron después, a lo largo de la historia de la Iglesia, creados por los hombres y por tanto susceptibles de cambios?
-Ciertamente. Hay unos dogmas definidos e intocables.
-El celibato no es....
-No es un dogma de la Iglesia y se puede discutir porque es una tradición eclesiástica.
-Que se remonta ¿a qué época?
-A los primeros siglos. Después la implementación se aplicó durante todo el primero milenio, pero a partir del Concilio de Trento se insistió mucho en eso. Es una tradición y ese concepto pervive en la Iglesia porque a lo largo de todos estos años han ocurrido acontecimientos que han contribuido a desarrollar la revelación de Dios. Esta finalizó con la muerte del último apóstol (san Juan). Lo ocurrido luego ha sido un crecimiento en la comprensión y actuación de la revelación.
-A propósito del celibato...
-El esfuerzo que hizo la Iglesia para estatuir el celibato eclesiástico debe ser considerado. No se puede decir, sencillamente, que pertenece al pasado. Es un gran desafío para el Papa porque él posee el ministerio de la unidad y todas esas decisiones deben asumirse como una forma de unir a la Iglesia, no de dividirla. Entonces se puede hablar, reflexionar y profundizar sobre estos temas que no son de fe definida y pensar en algunas modificaciones, pero siempre al servicio de la unidad y todo según la voluntad de Dios. No es lo que me plazca sino de ser fieles a lo que Dios quiere para su Iglesia.
-¿Y qué es lo que quiere?
-Dios habla de muchas maneras. Debemos estar atentos a esta voz que nos orienta sobre las causas y las soluciones, por ejemplo, de la escasez del clero. Entonces hay que tomar en cuenta, a la hora de adoptar decisiones, estos criterios (la voluntad de Dios, historia de la Iglesia), así como la apertura a los signos de los tiempos.

   Esta semana, el arzobispo rector de la UCA, Víctor Fernández se expresó sobre el tema con más precisión aún:

   –¿Se puede cambiar la exigencia del celibato a los sacerdotes?
–El celibato no es una norma de fe, de manera que alguna vez se puede discutir si conviene o no conviene. La Iglesia cree que conviene pero no se cierra a que alguna vez eso pueda modificarse. No es que diga que el celibato no sirve para nada. Porque hay gente que vive muy feliz y todas las energías que podría usar en el matrimonio las usa para un servicio generoso. Hay científicos, médicos, monjes budistas que son célibes. Las energías que algunos dirían, las está reprimiendo, en realidad las canaliza de otra manera y de una forma hasta muy eficiente. Lo que se puede discutir alguna vez es si debe ser obligatorio, pero no el valor que tiene el celibato.[2] 


Algunas ideas para pensar un celibato optativo

   1. El celibato es un estado de vida valioso y apreciable: es un don del Espíritu que contribuye a que una persona concentre su corazón en Dios y en las cosas de Dios. El propio Jesús vivió en celibato, y San Pablo también.
   2. Jesús propone un estilo de vida célibe semejante al suyo, para quienes perciban que les ha 

martes, 15 de agosto de 2017

Una reflexión bíblica sobre la Asunción de María

   Como sabemos, la asunción de María no consta explícitamente en la Sagrada Escritura. Pero podemos reflexionar sobre este misterio mariano a partir de la Biblia, con dos ideas de base:
1. María siempre estuvo con Jesús: en las buenas y en las malas... y en las malísimas, como al pie de la Cruz.
2. Y María siempre le "puso el cuerpo" a su relación con Jesús; y esto lo hizo como nadie más podrá hacerlo, pues en su cuerpo el Hijo de Dios se hizo hombre.
   Si unimos estas dos evidencias que tenemos en los Evangelios, podemos decir: si María siempre estuvo con Jesús -en las buenas, en las malas y en las malísimas-, y si siempre estuvo "poniendo el cuerpo"... parece conveniente que también en las buenísimas -en la gloria del Cielo- esté junto a su Hijo con su cuerpo.

viernes, 11 de agosto de 2017

La cuestión central, según G. Lafont OSB

   En el texto que estoy resumiento y traduciendo en las entradas tituladas "La transformación estructural de la Iglesia", Ghislain Lafont propone una pregunta esencial (en p. 190 nota 1); lo traduzco así:
  
   "Toda la cuestión es, quizás, ésta: desde el punto de vista de las estructuras de la Iglesia, ¿el Concilio Vaticano II sería solamente un reacomodamiento del conjunto definido por Trento y el Vaticano I, donde las estructuras de base serían consideradas inamovibles?
   "¿O sería, más bien, una operación mucho más amplia: teniendo en cuenta la modernidad reciente, remontándonos a los orígenes de la Iglesia y proyectándonos proféticamente al futuro, remodelar más profundamente las estructuras que permiten vivir y anunciar el Evangelio, como también entrar en diálogo con los hombres y con las religiones?
   "Yo creo profundamente que la segunda alternativa es la única que responde verdaderamente a lo que ha hecho el Espíritu Santo en la Iglesia y en el mundo, en las últimas décadas."

sábado, 5 de agosto de 2017

En la Trinidad no hay jerarquía, sino orden y comunión: un “orden relacional”.

Nuestra fe nos enseña que en la comunión consustancial que es la Trinidad no hay diferencias de superioridad o de inferioridad entre las Personas Divinas, como proclamamos en el Credo:
   “Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.  
   Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre
   Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria…”

   También lo dice bella y profundamente la “Oración teológica” de San Gregorio de Nacianzo:
   Hay “una sola Divinidad y Poder, que existe Una en los Tres, y contiene los Tres de una manera distinta. Divinidad sin distinción de substancia o de naturaleza, sin grado superior que eleve o grado inferior que abaje...Es la infinita connaturalidad de tres infinitos. Cada uno, considerado en sí mismo, es Dios todo entero... Dios los Tres considerados en conjunto... No he comenzado a pensar en

viernes, 4 de agosto de 2017

La transformación estructural de la Iglesia (2da parte)

La doctrina y la institución: el ejemplo del Vaticano I

   Las reflexiones precedentes explican por qué la reforma estructural de la Iglesia es un “deber”, pues los dos espacios –el de la expresión de la fe y el de la constitución de la comunidad‒ están estrechamente vinculados; incluso, podríamos decir que son lo mismo, visto desde dos ángulos diferentes.
   Sigamos viendo estos desplazamientos, comparando los Concilios Vaticano I y Vaticano II. En el Vaticano I tenemos dos documentos que se pueden vincular: Dei Filius que trata  sobre la fe y la razón y Pastor aeternus que trata sobre el Papa. El vínculo aparece de este modo: si existe una doctrina católica que expresa auténticamente  la esencia de la Revelación y la competencia de la razón ‒y el contexto epocal es de “tiempos difíciles”‒ entonces habrá que exponerla fielmente y defenderla valientemente. Y un magisterio y un gobierno fuertemente centralizados en el Papa, es una estructura que se corresponde con esta concepción de la verdad y con esta situación epocal. Pues la infalibilidad 

viernes, 28 de julio de 2017

La transformación estructural de la Iglesia. Un deber y una oportunidad (1ra Parte)

Introducción [1]

   La Iglesia es ciertamente una institución, y su finalidad es la preparación del Reino de Dios por medio del desarrollo del Cuerpo de Cristo que ella representa.
   En lo esencial, el conjunto institucional se remonta a Cristo o –quizás, más precisamente‒ a la Iglesia primitiva. Y desde el comienzo hubo formas institucionales diversas, según la diversa  interpretación del Misterio revelado. De este modo, con la ayuda del Espíritu Santo ‒que no cesa de acompañar a la Iglesia‒ se mantiene una fidelidad creativa al Evangelio.

   La transformación estructural de la Iglesia puede ser tanto un deber (o sea, que Dios nos pedirá cuentas si no lo hacemos) como una oportunidad (que Dios nos invita a aceptar), y que podría ser una bendición para el anuncio del Evangelio y para la santidad de la Iglesia.

   Para empezar, podemos decir que hay un paralelismo entre el modo de confesar la fe y el modo de estructurar la Iglesia, pues la confesión de la fe es la primera “institución” de la Iglesia. Y vemos que desde finales de la Primera Guerra mundial se han producido unos desplazamientos en la confesión de la fe de la Iglesia. Este desplazamiento en el modo de confesar la fe, está pidiendo unos desplazamientos semejantes en su modo de estructurarse. Y, en el fondo, el deber es sostener este movimiento que el Espíritu ha suscitado en la Iglesia. Una tal transformación estructural es claramente una oportunidad para la Iglesia. El Concilio Vaticano II la ha propuesto. ¿Seremos capaces de aprovecharla?


Veamos esos desplazamientos en el modo de confesar la fe

   ‒ Respecto de Dios: Antes teníamos un discurso sobre el “Omnipotens Deus” centrado en su existencia, esencia y atributos; y de una teología trinitaria basada en reflexiones metafísicas y lógicas que centradas en la noción de “relación subsistente”. Hoy tenemos una teología que es trinitaria desde sus comienzos y en la cual se incorporan temas como el “sufrimiento de Dios”. Hoy el problema es

Peregrinación a Tierra Santa - Febrero 2019 - Primera reunión: 7 de octubre

 Hace pocos meses tuve la gracia inexpresable de recorrer "el Quinto Evangelio" que es la Tierra Santa que transitaron Jesús, María, José, Pedro, Pablo... y desde la cual se difundió nuestra fe, hasta llegar a nosotros, a tantos kilómetros y a tantos siglos de distancia.

   Les comento es que estamos programando una nueva peregrinación que sería en la primera quincena de 2019, Si alguien tiene interés, puede comunicarse conmigo a jorgefazzari@yahoo.com.ar poniendo en el asunto: Peregrinación 2019.
   Y ya estamos programando la primera reunión que será el día 7 de octubre por la tarde, en el Colegio Belgrano (en 9 de Julio 161, justo donde está el paso bajo nivel de Temperley, a pocas cuadras de la estación).


La foto es de la Puerta de Damasco, una de las entradas a Jerusalén (Ciudad Vieja).

jueves, 27 de julio de 2017

Los laicos somos el 99,9 % de la Iglesia

   Según los datos oficiales publicados este año por el Anuario Pontificio, los laicos somos el 99,9 % de la Iglesia.
    Según las estadísticas más recientes somos 1.285 millones de bautizados de los cuales corresponden al clero 466.215 (con 5.304 obispos, 415.656 sacerdotes y 45.255 diáconos permanentes) y a la vida consagrada 724.549 (54.229 de hombres y 670.320 de mujeres). 
   La suma de todos aquellos que no son laicos es de 1.190.764: menos del uno por mil de la Iglesia. 
   Esto tiene que ser un llamado de atención para nuestro compromiso eclesial, que es un derecho y un deber.
   Para estos datos y más detalles se puede consultar: ANUARIO PONTIFICIO 2017