lunes, 16 de octubre de 2017

Iglesia y política 3: mística y política

   A veces se reclama que la política tenga una mística, que enamore a la gente, a los jóvenes, o a quien sea...
   Me parece que la historia muestra que eso es un error: desde la mística nazi hasta la mística soviética; desde la mística de los montoneros a la mística del “proceso de reorganización nacional” (y, desgraciadamente, se podrían agregar muchos más ejemplos) los mesianismos políticos han llevado al fanatismo y a la muerte.
   La política es una actividad humana que trata de gestionar el bien común para que sea lo mejor posible. Y nunca será la respuesta última al deseo infinito de bien, de felicidad, de sabiduría y de paz que hay en el corazón humano. La política –como toda actividad humana‒ será (como mucho) una respuesta penúltima a esas ansias profundas del hombre.

   La mística, que dice relación a Dios como Vida eterna, Sabiduría total y Amor infinito, es un ámbito distinto, en el cual Dios es el protagonista y ‒gracias a cuya acción‒ este mismo mundo puede llegar a ser transfigurado de un modo que ningún plan quinquenal podría hacer…

No hay comentarios.:

Publicar un comentario