viernes, 13 de julio de 2018

La Edad del Desconcierto 3: relativismo absolutista

   La expresión -muy en boga en nuestra época- que dice que “Todo es relativo” es, contradictoriamente, una expresión absoluta: se presenta como una verdad indiscutible que no admite otra idea. O sea que “Todo es relativo” menos la frase “Todo es relativo”… con lo cual no todo es relativo y hay algo absoluto: curiosamente este relativismo absolutista.
   En realidad, un relativista coherente debería darse cuenta en algún momento que, si “Todo es relativo”, también es relativo lo que él piensa y dice… con lo cual también se daría cuenta que el relativismo es una estación intermedia cuya terminal lógica es el escepticismo: si todo es relativo, no puedo asegurar nada con firmeza y lo mejor es el silencio. En una encuesta habría que elegir la opción: no sabe/no contesta.
   En definitiva, ese relativismo absoluto conduce a un suicidio intelectual.

   Tampoco es lógico el extremo opuesto que habla de verdad absoluta: en todo caso, el único que podría ostentar la posesión de una verdad total y definitiva es Dios, quien tiene un conocimiento infinito.

   Los demás tenemos que conformarnos con algunas verdades adquiridas (2+2=4), con algunos conocimientos más o menos sólidos pero que están abiertos a posteriores ajustes o incluso modificaciones radicales (por ejemplo, como sucede en algunas ciencias cuando aparece un nuevo dato inesperado), y con una peregrinación hacia una verdad completa, que nunca se alcanza en esta vida…

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