martes, 22 de marzo de 2022

Una aplicación trinitaria para la parábola de la higuera que no daba frutos (Lc 13,6-9)

    

   El texto evangélico que propuso la liturgia eucarística católica del domingo pasado (3er domingo de cuaresma, ciclo C), concluye con una parábola de Jesús sobre una higuera que no está dando fruto (Cf. Lc 13,6-9):

   “Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: «Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro. Córtala; ¿Para qué ha de ocupar el terreno estérilmente?» Pero él le respondió: «Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono. Y si da fruto el año que viene, bien; y si no, córtala».

   Y se me ocurrió una aplicación trinitaria. El dueño de la viña podría aludir a Dios Padre, como sucede en alguna parábola del Nuevo Testamento (Cf. Lc 20,9ss). El viñador que intercede para que la higuera todavía no sea cortada podría ser Jesús (Cf. Rm 8,34; Hb 7,25). Y el Gran Fertilizante podría ser el Espíritu Santo, que hace que nuestras vidas puedan dar mucho fruto, por “la fecundidad de la Vida dada en el Espíritu Santo” (CCE 696; Cf. 723 y1108).




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