viernes, 20 de mayo de 2016

Parábolas sobre la Trinidad 2: La parábola de “la torta y el conocimiento”



   Si en un grupo alguien lleva una torta para compartir, no queda más remedio que dividirla en porciones y cada uno recibe una porción.
   De este pequeño evento particular podemos derivar una especie de definición general: “Para compartir las cosas materiales es necesario dividirlas, y cada uno recibe una parte”.
   Pero con las realidades espirituales no sucede así. Y aquí hay que aclarar que cuando digo “realidades espirituales” no me refiero a nada religioso ni sobrenatural: los seres humanos somos un compuesto de espíritu y materia, y hay realidades humanas que son fundamentalmente espirituales, como el conocimiento.
   Cuando alguien comparte conocimientos –un docente en una clase, por ejemplo–  no los pierde; y cada persona que los recibe puede llevarse la totalidad de lo que el docente comparte. Por lo tanto, aquí sucede al contrario que en el caso anterior: las realidades espirituales, al ser compartidas… ¡se multiplican!
   O, precisando (un poco) el lenguaje para que nos sirva para el misterio de la Trinidad, podemos decir que “Una realidad espiritual puede ser poseída por distintas personas, simultánea y totalmente”.
   Cuando recordamos que la “naturaleza divina” es espiritual, podemos reflexionar así: Dios Padre que es “la fuente y el origen de toda la divinidad” (CCE 245) le comunica la divinidad al Hijo –sin perderla, como el docente comunica conocimientos sin perderlos- y así engendra al Hijo, que es “Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no creado, de (o desde) la misma naturaleza del Padre”.
   Y algo semejante sucede en la comunicación que el Padre y el Hijo hacen al Espíritu Santo.
   De este modo, podemos contemplar un poco cómo es que: “Las personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios” porque “"Cada una de las tres personas es esta realidad, es decir, la substancia, la esencia o la naturaleza divina” (CCE 253).

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