domingo, 11 de junio de 2023

¿Qué lugar evoca mejor el sentido cristiano de la celebración eucarística: la basílica o el teatro?

   Julio Ramos, teólogo especialista en Pastoral, dice que:

   “…la autorrealización de la Iglesia pasa por el diálogo con la historia y con los elementos de la historicidad... El lenguaje, los edificios, las vestiduras, la estructura jurídica, la estructura mental, los moldes filosóficos, etc., son asumidos por el evangelio y puestos al servicio de la evangelización. Solamente así puede encarnarse en un contexto cultural. Aunque este diálogo puede ser costoso y fuente de problemas, es absolutamente necesario para que la misión de la Iglesia, la tarea para la que ha nacido, siga realizándose”.[1]

   Dado que en las culturas encontramos tanto las “semillas del Verbo” como las “heridas del pecado”, será necesario un discernimiento para ver qué elementos de una determinada cultura expresan mejor la novedad del Evangelio.

  Yendo a la historia de la Iglesia antigua, vemos que Constantino impulsó el uso de la basílica como lugar del culto cristiano, que Jesús había comenzado en una mesa de una casa de familia, y que ‒también en una mesa familiar‒ se siguió haciendo en la época apostólica, como nos muestra el libro de los Hechos de los Apóstoles (sobre esto, véase una entrada anterior en este mismo blog, titulada Un cambio muy grande y muy poco estudiado).

   Me pregunto si otro edificio de la misma época, que también permitía una reunión multitudinaria no hubiera sido más apto para el culto cristiano: me refiero al teatro. Ignoro si en la voluminosa obra de H. U. von Balthasar ‒tan grande que su sobrino y teólogo jesuita Peter Henrici (fallecido hace pocos días) dijo que “Balthasar ha escrito más libros de los que un hombre normal puede leer en toda su vida”‒[2] hay algo al respecto. Pero me parece que Balthasar hubiera preferido el teatro a la basílica.

   El teatro expresaría mejor el drama de la historia de la salvación, perspectiva que tanto exploró Balthasar que pudo poner como momento central de su Trilogía los cinco tomos de su Teodramática.

    Además, que el corazón de la celebración en la mesa del altar esté en un lugar más bajo que los asistentes evocaría la kénosis del Hijo de Dios; siendo “kénosis” quizás la categoría central la síntesis de Balthasar… que llega a hablar de cinco kénosis, comenzando con la kénosis del Padre al engendrar al Hijo en la eternidad .[3]

    Finalmente, la forma semicircular del teatro evoca mejor la comunión o koinonía de la asamblea (como la columnata de la plaza de San Pedro que parece abrazar a los asistentes) y permite que los asistentes puedan también verse entre sí, cosa que no sucede tan cumplidamente en la basílica.



[1] Julio Ramos, Teología pastoral, Madrid, 1995; p. 30

[2] Citado por: Rodrigo Polanco, Hans Urs von Balthasar I. Ejes estructurantes de su teología, Santiago de Chile, 2021; p. 28 (nota 3).

[3] H. U. von Balthasar, Teodramática IV “La acción”, Madrid, 1985; 307-308.

 

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