viernes, 8 de marzo de 2024

Escritura, Tradición y Magisterio en el Evangelio según San Juan: el discípulo amado, el Paráclito y Pedro

¿Cómo prepara el Cuarto Evangelio a la comunidad cristiana para enfrentar el futuro?

“Lo hace asignando a Jesús tres representantes: el discípulo preferido, el Paráclito y Pedro. Presenta a estos tres sucesores en la segunda parte, pero en secciones diferentes.

En los discursos de despedida, Jesús promete el Paráclito como sucesor. Cuando él haya regresado al Padre, enviará a «otro Paráclito» (14, 16), un representante suyo, que es el «primer Paráclito». Ese otro Paráclito seguirá desempeñando el rol de Jesús en el mundo. Continuará el litigio con el mundo y guiará a los discípulos a «toda verdad». Tiene una misión hacia dentro y otra hacia fuera.

En la parte de la pasión, el discípulo preferido aparece como representante de Jesús. Es el único discípulo que persevera junto a Jesús hasta el final. Jesús lo hace de nuevo su representante desde la cruz misma cuando dice a María: «Mujer, ahí tienes a tu hijo», y al discípulo preferido: «Ahí tienes a tu madre» (19, 26s). Este discípulo pasa a ocupar desde ahora el lugar de Jesús.

En la parte de pascua, finalmente, Pedro es constituido sucesor de Jesús como buen pastor. A pesar de la negación y la deslealtad, le confía la tarea de apacentar las ovejas (21, 15-17). Pedro asume el rol del buen pastor que da la vida por sus ovejas. Jesús predice su martirio. 

Ahora bien, es decisivo determinar las funciones de estos representantes de Jesús para el mantenimiento del mundo semiótico de Jn.

El discípulo preferido tiene en el evangelio de Juan la misión de ser testigo especial de Jesús por haberlo comprendido mejor que los otros discípulos. Está junto a su corazón (13, 23), como Jesús está junto al corazón del Padre (1, 18). Y así como Jesús es el verdadero intérprete del Padre (1, 18), el discípulo preferido es su intérprete. Su función más importante para el futuro es la composición del evangelio de Juan. Con la atribución del evangelio al discípulo, que es superior a los otros en la comprensión, el evangelio de Juan se asegura el rango supremo entre todos los intentos análogos de recoger en un libro los dichos y hechos de Jesús. Es indudable que el evangelio de Juan conoce tales intentos. Los relativiza al afirmar que ningún libro podría abarcar toda la tradición en torno a Jesús. Por eso hay todavía margen, junto a los evangelios ya existentes, para el evangelio de Juan, y se siente la necesidad de una interpretación auténtica de la figura de Jesús. Cabría afirmar que esta función la ejerce también el Paráclito. Pero el discípulo preferido tiene un proprium diferenciador: escribe. Compone un libro, mientras que el Paráclito habla. Con su libro, el discípulo preferido da estabilidad al mundo semiótico joánico para estar presente también en el futuro.

El Paráclito prolonga la actividad de Jesús, lo mismo que el discípulo preferido. Pero no repite al pie de la letra lo que Jesús dijo. No lo fija en el papiro. El Paráclito trae una revelación nueva, viva -también más allá de lo que Jesús dijo en el pasado-. Pero la novedad está en continuidad con la tradición, porque su misión es, ante todo, recordar y enseñar todos los dichos de Jesús. Pero va más allá, como Jesús mismo lo señala en los discursos de despedida: Mucho me queda por deciros, pero no podéis con tanto ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os irá guiando en la verdad completa, porque no hablará en su nombre, sino comunicará lo que le digan y os anunciará lo que ha de venir (16, 12s). Se hace referencia aquí a un lenguaje inspirado. El Paráclito trasmite lo que él mismo ha oído. Revelará futuro. Se presupone aquí el profetismo cristiano primitivo. Viene a complementar, como discurso vivo, la revelación fijada por escrito. Ese profetismo cuida, aparte la estabilidad de la tradición, su flexibilidad; es decir, vela por su interpretación y adaptación, siempre nuevas, a situaciones futuras.

Pedro es el último de los tres sucesores. Aparece claramente rebajado en comparación con los otros dos. El discípulo preferido representa la comprensión auténtica de Jesús. Pedro acompaña a su Señor con muchos malentendidos; pero también él tiene una función insustituible, que es insinuada en la pesca milagrosa de Pedro (Jn 21), y se le comunica directamente en su constitución como buen pastor. Pedro debe guardar y mantener la comunión narrativa del mundo semiótico joánico. Es el pastor que reúne a la iglesia cristiana. Sin esta base social tampoco puede existir el sublime mundo semiótico joánico, reinterpretación del mundo semiótico cristiano-primitivo general.”

Gerd Theissen, La religión de los primeros cristianos. Una teoría del cristianismo primitivo, Salamanca, 2002; pp.  243-245

 

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